lunes, 16 de abril de 2018

Megido, la primera batalla de la historia

Tal día como hoy 16 de abril del 1457 a. C, tiene lugar la batalla de Megido, entre el faraón egipcio Tutmosis III y una gran coalición cananea dirigida por el rey de Kadesh; se trata de la primera batalla que se ha registrado de manera verosímil.

La fecha más comúnmente aceptada de su desarrollo es el 16 de abril de 1457 a. C, y terminó con una victoria egipcia, que obligó a los cananeos a retirarse a la ciudad de Megido, donde fueron asediados y vencidos.

Es la primera batalla de la historia de la que existe una relación detallada y se registra por vez primera la utilización del arco, se da el primer recuento de bajas y estos detalles proceden de las escrituras jeroglíficas del templo de Amón en Karnak,- actual Luxor- hechas por un escriba militar.

El faraón Tutmosis III, sucesor de su madrastra Hatshepsut, tuvo que luchar desde el primer momento de su reinado con levantamientos y uno de ellos fue la alianza del reino de Mitani a orillas del Éufrates,  con el de Kadesh a los que se unió Megido, ciudad de importancia estratégica ya que podía controlar la ruta principal entre Egipto y Mesopotamia, cuyo rey asumió el mando de la coalición.

Tutmosis III reunió un gran ejército de carros de guerra e infantería que sumaba 10.000 hombres, cifra coherente con la longitud de la línea de marcha descrita, de varios kilómetros de longitud y llegó diez días después a la ciudad leal de Gaza y tras un día de descanso, deberían seguir hacia el norte y pasar por el monte Carmelo, tras el cual se encontraba la ciudad de Megido, donde se habían reunido las fuerzas rebeldes.

Tutmosis ordenó acampar y durante la noche desplegó sus fuerzas cerca del enemigo y a la mañana siguiente atacó en una formación cóncava, con él en el centro dirigiendo el ataque.

La disposición de los egipcios, junto con su número y la sorpresa del ataque deshicieron la formación rebelde, que hubieron de retirarse a la ciudad, mientras los egipcios, entretenidos saqueando el campamento rebelde, perdieron la oportunidad de una rápida conquista viéndose obligados a sitiar Megido durante siete meses, tras los cuales la ciudad se rindió.

Siguiendo la costumbre de la época, Tutmosis III tomó como rehenes a los hijos de cada uno de los reyes derrotados y después de ser educados en la corte egipcia, fueron devueltos a sus lugares de origen, donde gobernaron con el consentimiento de Egipto.

La victoria de Megido fue el comienzo de la pacificación de Canaán y Siria y a esta batalla seguirían una serie de campañas, que supondrían la expansión del poder de Egipto hasta el norte de Mesopotamia.

El botín conseguido por los egipcios quedó anotado en Karnak:  “ 340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado pequeño, 20.500 ovejas.”

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