Tal día como hoy 16 de abril del 1457 a. C, tiene lugar la batalla de Megido, entre el faraón egipcio Tutmosis III y una gran coalición cananea dirigida por el rey de Kadesh; se trata de la primera batalla que se ha registrado de manera verosímil.
La fecha más comúnmente aceptada de su desarrollo es el 16 de abril de 1457 a. C, y terminó con una victoria egipcia, que obligó a los cananeos a retirarse a la ciudad de Megido, donde fueron asediados y vencidos.
Es la primera batalla de la historia de la que existe una relación detallada y se registra por vez primera la utilización del arco, se da el primer recuento de bajas y estos detalles proceden de las escrituras jeroglíficas del templo de Amón en Karnak,- actual Luxor- hechas por un escriba militar.
El faraón Tutmosis III, sucesor de su madrastra Hatshepsut, tuvo que luchar desde el primer momento de su reinado con levantamientos y uno de ellos fue la alianza del reino de Mitani a orillas del Éufrates, con el de Kadesh a los que se unió Megido, ciudad de importancia estratégica ya que podía controlar la ruta principal entre Egipto y Mesopotamia, cuyo rey asumió el mando de la coalición.
Tutmosis III reunió un gran ejército de carros de guerra e infantería que sumaba 10.000 hombres, cifra coherente con la longitud de la línea de marcha descrita, de varios kilómetros de longitud y llegó diez días después a la ciudad leal de Gaza y tras un día de descanso, deberían seguir hacia el norte y pasar por el monte Carmelo, tras el cual se encontraba la ciudad de Megido, donde se habían reunido las fuerzas rebeldes.
Tutmosis ordenó acampar y durante la noche desplegó sus fuerzas cerca del enemigo y a la mañana siguiente atacó en una formación cóncava, con él en el centro dirigiendo el ataque.
La disposición de los egipcios, junto con su número y la sorpresa del ataque deshicieron la formación rebelde, que hubieron de retirarse a la ciudad, mientras los egipcios, entretenidos saqueando el campamento rebelde, perdieron la oportunidad de una rápida conquista viéndose obligados a sitiar Megido durante siete meses, tras los cuales la ciudad se rindió.
Siguiendo la costumbre de la época, Tutmosis III tomó como rehenes a los hijos de cada uno de los reyes derrotados y después de ser educados en la corte egipcia, fueron devueltos a sus lugares de origen, donde gobernaron con el consentimiento de Egipto.
La victoria de Megido fue el comienzo de la pacificación de Canaán y Siria y a esta batalla seguirían una serie de campañas, que supondrían la expansión del poder de Egipto hasta el norte de Mesopotamia.
El botín conseguido por los egipcios quedó anotado en Karnak: “ 340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado pequeño, 20.500 ovejas.”
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