Tal día como hoy 13 de mayo de 1598, en Nantes -Francia - el rey Enrique IV promulga un edicto asegurando la libertad de culto para los protestantes hugonotes, poniendo fin con esta medida, a las guerras de religión que ensangrentaron Francia durante décadas.
El edicto de Nantes, garantizaba la libertad de conciencia en todo el reino, aseguraba también la libertad de culto en aquellos lugares en los que los protestantes ya estaban instalados desde antes de 1597 y concedía libertad de conciencia a estos, además de asegurarles ser una minoría respetada con derechos y privilegios y les confería el mismo estado civil de los católicos y el derecho a desempeñar cargos públicos.
En vista del trato que otros países dispensaron a las minorías religiosas, el Edicto de Nantes fue “un documento de rara sabiduría política”, pues el deseo final del rey era que los protestantes volvieran al seno católico y por eso la convivencia religiosa fue una solución de compromiso: el único medio para que “todos nuestros súbditos puedan adorar y orar a Dios”, dijo el monarca.
En realidad, el edicto favorecía al catolicismo, que fue declarado religión dominante y restablecido en todo el reino y por eso, los protestantes debían pagar el diezmo eclesiástico y respetar las fiestas de la Iglesia, mientras el culto protestante se limitó a zonas específicas y estaba prohibido sino se autorizaba expresamente, como en la Corte y a menos de cinco leguas de París, así como en el ejército.
Por otra parte, el edicto sólo trató la coexistencia entre protestantes y católicos, pero no incluyó las demás minorías religiosas.
El propio Enrique, se convirtió al catolicismo luego de algunas disputas sucesorias, siendo soberano de Francia al adoptarlo en 1593. De ahí la frase que se le atribuye; “París bien vale una misa”, lo cual hizo para terminar con la oposición a su mandato por causas religiosas, ya que solo los protestantes lo habían reconocido como rey.
Se creó una Cámara especial, con mitad de jueces protestantes, para juzgar sus causas y se prohibió bautizar a los niños protestantes en la fe católica, cuando esto fuera en contra de la voluntad de sus padres. Se estableció también el olvido a las diferencias religiosas que habían dividido a los franceses desde 1585.
Este edicto no fue aceptado por las ciudades católicas sin resistencia y por ejemplo, en Rennes, Ruán y París, una década después, y por la presión real, debieron ratificarlo a la fuerza.
El 28 de junio de 1626, el rey Luis XIII, dictó el “edicto de Gracia de Alés”, que no obstante ratificar la libertad de cultos impidió a los protestantes conservar sus plazas fuertes militares y las asambleas de carácter político.
Durante el reinado de Luis XIV, los protestantes fueron obligados a adoptar el catolicismo, prohibiéndose el protestantismo, dictándose el edicto de Fontainebleau, en el año 1685, se revocó el Edicto de Nantes y casi 200.000 protestantes – hugonotes, debieron abandonar el suelo francés.
Por último, en 1787, el “edicto de Tolerancia” dictado por Luis XVI, terminó de manera definitiva, con la hostilidad hacia los protestantes, consolidándose la libertad de cultos, a través de las ideas liberales de la Revolución Francesa.
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