Tal día como hoy 26 de junio de 1963, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy da en Berlín su célebre discurso “Ich bin ein Berliner” (Soy un berlinés).
A inicios de 1948, la economía alemana occidental, reanimada por las inversiones del “Plan Marshall”, estaba en condiciones de independizarse de la deprimida Alemania Oriental, que debía pagar la carga de las "indemnizaciones de guerra" que gravaba toda la economía de su zona.
La introducción en la Alemania Occidental de una nueva moneda – el Marco - impidió el intercambio comercial entre los estados del este y el oeste, pues la URSS rehusó que su zona de ocupación la utilizara, cuyo comercio eran vital para los alemanes del este.
Como contra medida, el 24 de junio de 1948 Stalin ordenó a sus tropas bloquear todos los accesos terrestres a Berlín Occidental, islando a unos dos millones de habitantes, que no podía sobrevivir mucho tiempo sin comestibles, carbón y otros suministros.
Tras la organización por los Estados Unidos de un puente aéreo, que por su éxito constituyó una humillación para la propaganda soviética, Stalin ordenó levantar el bloqueo en mayo de 1949.
Años después, el 26 de junio de 1963 en el aniversario de este bloqueo, el presidente Kennedy pronuncio en Berlín uno de los más notables discursos de la época de la Guerra Fría:
El nombre del discurso, se hizo internacionalmente popular con su última frase, que para poder pronunciarla en alemán, el presidente tuvo que escribir en sus notas literalmente su pronunciación; "Ij bin ain Bearleener" y ensayar, hasta hacer una transcripción fonética adecuada.
“Hay mucha gente en el mundo que realmente no comprende, o dice que no comprende, cuál es la gran diferencia entre el mundo libre y el mundo comunista. Dejad que vengan a Berlín. Hay algunos que dicen que el comunismo es el movimiento del futuro. Dejad que vengan a Berlín. Y hay algunos pocos que dicen que es verdad que el comunismo es un sistema maligno pero que permite nuestro progreso económico. Dejad que vengan a Berlín.
Todos los hombres libres, dondequiera que vivan, son ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto, como hombre libre, yo con orgullo digo estas palabras “Ich bin ein Berliner (Yo soy un berlines)”
(Palabras finales del discurso de JF Kennedy)
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