El reinado de Isabel II se extendió en el período comprendido entre la muerte del Fernando VII en 1833 y el triunfo de la Revolución de 1868, que obligó a la reina a marchar al exilio.
Se caracterizó por un intento modernizador de España, frustrado por tensiones internas de los liberales, presión de los partidarios del absolutismo, los gobiernos supeditados al estamento militar y el fracaso final ante las dificultades económicas.
Podemos dividirlo en dos grandes etapas: la minoría de edad con la Regencia de su madre María Cristina y, luego el general Espartero; que comienza con la declaración por las Cortes en 1843 de su mayoría de edad cuando sólo tenía trece años.
Tuvo una gran influencia en su reinado la personalidad de Isabel; sin dotes para el gobierno y presionada por la Corte, por su propia madre, y también por los generales Narváez, Espartero y O'Donnell, que impidieron el tránsito del Antiguo Régimen al Estado Liberal, por lo que España llegó a fines del siglo XIX, atrasada respecto a otras potencias europeas.
Cuando Isabel II contaba 16 años, el Gobierno “arregló” su matrimonio con su primo, el infante don Francisco de Asís ambos primos carnales por vía doble y esta boda fue una cuestión de importancia nacional e internacional, pues los países europeos maniobraron para que no perjudicase sus alianzas e intereses.
Isabel no se llevaba bien con su primo y marido, cuya homosexualidad ha sido afirmada por algunos autores y hasta la reina parece haber comentado en una ocasión sobre su noche de bodas: ”¿Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?”
La política exterior, se usó para que la población no se centrase en problemas internos, y España se implicó en conflictos en Marruecos, Indochina y México.
Siete gobiernos se sucedieron hasta la revolución de 1868 y la reina, fácilmente manipulada por sus ministros y la “camarilla” religiosa de la corte, compuesta por su confesor, el de su marido, y sor Patrocinio -“la monja de las llagas”- interfería en la política del gobierno, lo que la hizo impopular entre los políticos y acabó por causar su final al dar paso a la Revolución de 1868
Narváez formó gobierno en septiembre de 1864, con la intención de recoger un espíritu unionista, pero a su muerte en 1868, le sustituyó el autoritario Luis González Bravo, aunque la revolución estaba fraguada, y el fin de la monarquía se produjo en septiembre con la revolución “Gloriosa” al grito de "¡Abajo los Borbones! ¡Viva España con honra!" al tiempo que Isabel II marchaba al exilio francés, dando paso al Sexenio Democrático.
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