El que hace unos años no se compraba un automóvil diésel, es que era tonto del culo.
“-¡Donde va a parar..! - decían los fabricantes - los coches que funcionan con motor diésel, son mucho más económicos. Consumen menos combustible, es más barato que la gasolina y además la vida útil del diésel es mucho más larga... Vale un poco más caro – agregaban por poner alguna pega – pero eso lo compensará usted a la larga con lo que ahorre en combustible... A partir de cien mil kilómetros, su coche - que estará como nuevo - le habrá salido prácticamente gratis...”
Desde los estamentos oficiales, animaban también a la compra, ya que - según decían - el gasóleo era un subproducto del petroleo y como es natural, salía muchísimo más barata su producción, así que como el asunto parecía redondo, millones de pardillos de este país, nos compramos un coche alimentado con gasoil.
El vehículo tenía – de eso te dabas cuenta enseguida – peor respuesta para acelerar y desde luego, cuando lo dejabas en el garaje apestaba todo su entorno, pero eso no era nada, comparado con las enormes ventajas que ofrecía.
Pero llegó la crisis y con ella, se dejaron de comprar coches con la alegría que se hacía antes y - amparados en la durabilidad de sus vehículos - los dueños de diésel aún menos, por lo que “papá estado”, presionado y obediente a la industria automovilística, decidió poner pie en pared para solucionar el entuerto.
De la noche a la mañana, el “subproducto residual del petroleo”, comenzó una vertiginosa escalada de precios, que en pocos meses le puso por encima de la gasolina, aunque nosotros seguíamos jugando con lo de "menor consumo", por lo que dieron otra vuelta a la tuerca.
“Los motores diésel contaminan un 80% más que los de gasolina...”- empezaron a decir ahora desde el Ministerio de Industria – en vista de lo cual se puso en marcha una especie de “tasa ecológica”, aumentando el impuesto de circulación de los diésel por “altamente contaminantes”.
Seguramente desde el preciso instante en que se pasó a pagar el nuevo impuesto, estos coches por arte de magia, dejaron de contaminar, cosa que ya suele suceder con otras muchas cosas.
Pero algunos somos tan torpes, que hemos precisado más y, en últimos tiempos, se ha dado a conocer – a través del Ministerio de Sanidad - que la combustión de los diésel produce, además, cáncer...
¡Dios santo cáncer...! Además de estar proscritos por los ecologistas, ahora el resto de ciudadanos, nos mira como si fuésemos asesinos potenciales...Así que se ha de ir buscando rápido sustituto, pues de aquí a que prohíban que circulen por las calles, media un corto trecho.
Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones respecto a lo que ahora se compre, pues cuando el mercado vuelva a saturarse y estancarse, se iniciará una nueva campaña – seguro que por el coche eléctrico - y entonces la que será más mala que la tiña, será la gasolina, que ahora parece la buena de la película.
Sin embargo, esto es el cuento de nunca acabar, pues cuando todos circulemos en coches eléctricos, comenzará otra cruzada para que se compren vehículos de energía solar y cuando esto se logre, habrán de ser de energía eólica, o vete tú a saber...
La cosa es que advertimos - siempre tarde - que los poderosos nos engañan como a niños y que ellos, casualmente, no se dan cuenta de los peligros de la cosas, hasta no haber saturado el mercado con ellas.
Cada día estoy más convencido, de que solo hay dos clases de humanos. Los que ven crecer la hierba y los que se la comen...
Yo soy uno de los, en su día, se compró un diésel...
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