Tal día como hoy 19 de junio de 1867, el emperador Maximiliano I es fusilado en Querétaro (México).
Fernando Maximiliano fue el único monarca del Segundo Imperio Mexicano y aunque criticado como ingenuo, es elogiado por sus reformas liberales, por ayudar al pueblo Mexicano y por su valentía durante el sitio de Queretaro.
Llegó al puerto de Veracruz en mayo de 1864, entre el júbilo de los conservadores mejicanos, que le habían ofrecido la corona, aunque duró poco su apoyo, pues sus convicciones liberales le hicieron interesarse por los republicanos, adoptando medidas para la reconciliación; reparto de las tierras, la libertad de culto y derecho al voto de los desposeídos, lo cuál causó profundo descontento a los conservadores.
Los liberales vieron los cambios con simpatía, pero Benito Juárez, su jefe, permaneció firme en su intento de derrotar la monarquía y volver a un régimen republicano, inspirado en el modelo estadounidense.
Los cambios políticos internacionales, repercutieron en el Imperio Mexicano, pues Estados Unidos tras su guerra civil, apoyó al gobierno de Juárez, mientras Napoleón III, con problemas en Europa, tuvo que retirar sus tropas.
Sin el apoyo francés ni conservador en el país, Maximiliano quedó en total desamparo y desoyendo los consejos que le sugerían regresar a Austria, decidió enfrentar las consecuencias y ofreció su abdicación al Presidente Juárez, que no fue aceptada.
Detenido y tras un juicio sin derecho a apelaciones, con un interrogatorio que el Emperador se negó a contestar, se le condenó a muerte, siendo fusilado en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Santiago de Querétaro el 19 de junio de 1867.
Así concluyó el Segundo Imperio Mejicano, surgiendo de inmediato una leyenda, según la cual, Juárez perdonó secretamente a Maximiliano permitiéndole marchar de México, dado que era masón como el emperador, y empezó una nueva vida en El Salvador, a cambio de no revelar jamás su identidad, donde vivió bajo el nombre de Justo Armas, según afirma el investigador Rolando Deneker.
Poco tiempo después del fusilamiento, apareció en El Salvador un hombre culto, elegante y de esmerada educación, que se convirtió en un personaje de la alta sociedad salvadoreña, con un parecido asombroso con el emperador de México, que siempre se mostró reacio a contestar cualquier pregunta sobre su pasado y solía decir que era único superviviente de un gran naufragio.
Rolando Deneker, arquitecto de profesión, pero apasionado por la historia, ha encontrado documentación que demuestra que Maximiliano y Benito Juárez eran masones y siendo “hermanos”, Juárez no lo podía matar y la única salida era fingir su fusilamiento y, proporcionarle un salvoconducto para El Salvador, en donde falleció a la edad de 104 años.
Pero hay más datos que refuerzan la tesis de Deneker, pues un estudio antropológico de comparación craneo-facial hecho por una antropóloga costarricense, dio resultados positivos y una muestra de sangre de una pariente de Maximiliano por línea materna directa, también dio positiva, así como el estudio grafológico que se realizó en Florida comparando la letra de Armas con la del archiduque.
Otro dato que refuerza esta teoría es que, Justo Armas tenia objetos - vajilla, cubertería, etc - que habían pertenecido a Maximiliano de Habsburgo y que alguien le enviaba desde México.
Tal vez solo sea una leyenda, pero sin duda, otro misterio más para la Historia...
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