Con once barcos, unos seiscientos hombres y catorce piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago a Cozumel, derrotó a los mayas allí establecidos, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa Rica de la Veracruz y recibió "como regalo" a la india “Malinche” - luego bautizada como doña Marina - que sería su amante, consejera e intérprete durante toda la campaña, todo ello desobedeciendo órdenes expresas del gobernador de Cuba Diego de Velázquez.
Allí tuvo noticias de la existencia del Imperio azteca, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista, pero para evitar la tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres, Hernán Cortés hundió sus barcos en Veracruz y de este episodio procede la frase hecha “quemar la naves”, expresión que denota una determinación irrevocable.
La situación llegó a este extremo, cuando un grupo inconforme de seguidores del gobernador Diego Velázquez, decidió regresar a Cuba y ante tal hecho se celebró un consejo de guerra presidido por Cortés como resultado del cual, dos de ellos fueron sentenciados a morir en la horca y a los demás se le puso bajo arresto.
No obstante y como medida preventiva para futuras conspiraciones, Cortés mandó varar o hundir la mayor parte de los barcos, alegando que las embarcaciones eran “innavegables” y dicha declaración fue respaldada por sus seguidores.
En ese momento, el capitán extremeño exigió a sus hombres un esfuerzo más para conquistar la ciudad de Tenochtitlan y poder derrotar al azteca Moctezuma, pero algunos de sus soldados parecían estar cansados de tanta batalla y deseaban volver a España con las pocas riquezas que habían conseguido.
De acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, quienes pretendían desertar se vieron obligados - por la fuerza - a continuar en la empresa y el alguacil mayor de la recién fundada Villa Rica - Juan de Escalante - quedó al cuidado de la guarnición con un pequeño grupo de soldados, en su mayoría viejos y heridos, con la orden de vigilar la costa
El 16 de agosto de 1519 Hernán Cortés, con el resto de los españoles y un gran contingente de indios totonacas, comenzó la marcha hacia la ciudad de Tenochtitlan y con sus escasos medios, sin apenas más apoyo que su inteligencia, intuición militar y diplomática, logró en sólo dos años reducir el esplendoroso Imperio azteca, poblado - según se estima - por unos quince millones de habitantes.
El origen de la actual expresión “quemar las naves” está en la idealización del desembarco de Hernán Cortés, ya que no es cierto que Cortés quemara los barcos en los que llegó, sino que los embarrancó para impedir que su tripulación se viese tentada de desertar y huir hacia España, habiendo quedado esta frase, como símbolo de una voluntad inquebrantable ante una empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario