Tal día como hoy 10 de agosto del 997, las tropas de Almanzor saquean y destruyen la ciudad de Santiago de Compostela, llevándose como botín las campanas de la ciudad, pero respetando la tumba del apóstol.
“Al-Mansur”, conocido por los cristianos como Almanzor, fue el caudillo musulmán más temido de su tiempo, que frenó el avance de los reinos cristianos, ya que entre el año 978 y el 1001, encabezó 56 campañas contra estos, que tomaron a sus ejércitos como “enviados del demonio”, con incursiones rápidas y devastadoras con el objetivo principal de recordarles quien mandaba en la península.
Nacido en 942 en Torrox, Almanzor pertenecía a una familia que mejoró su posición social con el nombramiento del abuelo paterno de Almanzor como magistrado – cadi - de Sevilla.
Mientras su prestigio militar no dejaba de crecer, tuvo la habilidad política de respetar el aparato califal, pero el poder de “el Victorioso” aumentaba día a día, pues la capital estaba en manos de un primo suyo, el ejército controlado por sus partidarios y sus alianzas con señores fronterizos le convertían en el hombre más poderoso de la península.
Para consolidar su poder, Almanzor empleó la propaganda de sus éxitos militares, lo que le valió un gran apoyo popular, definiéndose como defensor del Islam, ya que entre las muestras de su fervor religioso, se dice que copió a mano un Corán que llevaba en sus campañas, amplió la mezquita de Córdoba haciendo de peón en varias ocasiones y se mostró poco compasivo con los símbolos cristianos.
Almanzor consiguió una gran victoria militar sobre los cristianos cuando en el verano de 997, el ejército del caudillo asoló la ciudad de Santiago de Compostela, quemando sus templos y destruyendo todo a su paso, aunque respetó la tumba del apóstol Santiago.
Se cree que Almanzor no destruyó la tumba, para no ofender a sus aliados cristianos, ya que la nobleza gallega-portuguesa le apoyó para asegurarse de alguna manera la paz y el intercambio comercial con al-Andalus y de ahí que los castillos de estos no fuesen atacados ni arrasados.
En lo que todos los historiadores coinciden es que si Almanzor hubiera destruido la tumba del Apóstol, la historia de España hubiera sido otra, ya que el ánimo de las tropas cristianas dependían de la figura de Santiago.
Según la leyenda, los prisioneros cristianos fueron obligados a cargar con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba donde fueron empleadas como lámparas en la Mezquita y también se dice que estas campanas regresaron de forma idéntica a Santiago, dos siglos y medio después, a hombros de prisioneros musulmanes capturados por Fernando III “El Santo”.
El 9 de agosto de 1002, con unos 65 años de edad, Almanzor murió en Medinaceli de muerte natural y los reyes cristianos celebraron su muerte, aunque más tarde sus cronistas inventaron que no fue en la cama sino en la batalla de Calatañazor contra sus tropas, algo por cierto muy improbable.
Su caída marcó el principio del fin del califato y dio comienzo a los reinos de taifas.
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