Tal día como hoy 24 de marzo del 146 a. C., cerca de la actual Túnez, cae la ciudad de Cartago a manos del ejército romano de Escipión Emiliano, produciéndose la destrucción casi completa de la localidad.
Cuando el ejército romano de más de 80 000 hombres desembarcó en Útica, los cónsules exigieron la entrega de toda la flota y armas de la ciudad, lo que cumplió inmediatamente. Pero cuando se dio como nueva exigencia el traslado de la ciudad tierra adentro los cartagineses se negaron, ya que significaba perder su dominio marítimo y comercial, con lo que dio comienzo al asedio.
Los primeros dos años a los romanos les resultó imposible tomar Cartago, pues contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total y , como el sitio se prolongaba, los comandantes romanos decidieron permitir la entrada en su campamento de prostitutas y comerciantes, lo que provocó un relajamiento de la disciplina.
Finalmente, los dirigentes romanos, cansados de la duración del asedio decidieron nombrar a Publio Cornelio Escipión Emiliano, cónsul y comandante supremo del ejército romano en África, en el 147 a. C.
Cuando Escipión tomó el mando, expulsó a los civiles del campamento, como prostitutas y comerciantes, imponiendo de nuevo una dura disciplina y gracias a esto derrotó a Asdrúbal lo que permitió el aislamiento completo de los sitiados, lo que provocó la rápida disminución de sus reservas alimenticias, contribuyendo al brote de enfermedades que hicieron estragos entre la población .
Al llegar la primavera del año 146 a. C. la población cartaginesa estaba tan debilitada por el hambre y las enfermedades que los romanos decidieron que era el momento de asaltar la ciudad.
Tras entrar en la ciudad, los romanos fueron recibidos por una lluvia de lanzas, piedras, flechas, espadas e incluso tejas que lanzaban desde los tejados y durante seis días los romanos y los cartagineses entablaron una batalla urbana, cuyo resultado iba favoreciendo a los primeros. Los romanos avanzaban demoliendo muros, abriéndose camino a través de montañas de ruinas o pasando por los techos de las casas y los edificios.
Los últimos supervivientes, unos 50.000, se refugiaron en el templo de Eshmún Allí, la mayor parte de los púnicos rogaron a Escipión que tuviera clemencia con ellos, incluso Asdrúbal, quien había logrado escapar tras la destrucción de su ejército y dirigía la defensa de la ciudad.
Sólo quedaron en el templo los desertores romanos, que sabiendo que serían ejecutados, se suicidaron, y también la mujer de Asdrúbal, que vestida con una túnica de gala, insultó a su marido y a los romanos diciendo “vosotros, que nos habéis destruido a fuego, a fuego también seréis destruidos” y se lanzó a las llamas.
Los supervivientes fueron reducidos a la esclavitud y después de la caída de Cartago se presentó una comisión del Senado romano para decidir qué se haría con ella. Según indicios, el mismo Escipión y algunos senadores eran partidarios de que la ciudad se conservase, pero la mayor parte de la comisión decidió que fuese destruida,
Por tanto, la historia oficial afirma que Escipión ordenó destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos y que después ese terreno fuera sembrado con sal para que nada volviera a crecer allí, aunque no hay constancia de que se llegara a arrojar sal realmente.
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