martes, 4 de agosto de 2015

El día en que se inventó el champan, un invento alegre.

Tal día como hoy 4 de agosto  de 1668 en la región de Champaña - Francia - el fraile Dom Perignon inventó el champán.

Pierre Pérignon, fue un monje benedictino a quien se atribuye el descubrimiento de los vinos espumosos, ya que al parecer ese año en su celda de la Abadía francesa de Hautvillers, ocurrió un hecho insólito.

Una noche fue despertado por una serie de explosiones, descubriendo que algunas de las botellas de vino que en el otoño anterior había escondido bajo su cama para su consumo, se habían destapado de forma violenta.

Cuando el abad supo del hurto, tras imponerle una penitencia, le dijo que volviera a repetir la experiencia de esconder las botellas  y no  guardar el vino en las cubas para ver que sucedería en el próximo año.

Dom Perignon así lo hizo y, al año siguiente, el abad mandó abrir las botellas en la mesa ante todos los frailes reunidos y se llenaron los vasos con el líquido burbujeante de blanca espuma.

Probaron todos la deliciosa bebida y luego echaron a volar las campanas, entonando himnos de gracia; había nacido el champaña, rey de todos los vinos, enviándose de inmediato botellas al obispo de Reims y a la corte de Luis XIV.

El champán o champaña, es un tipo de vino espumoso con denominación de origen controlada, elaborado conforme al método champenoise, que tiene dos fases de fermentación.

Una primera en cuba y una segunda en botella, en donde se le añade azúcar y en su caso levaduras, usando un proceso similar al que se emplea en algunos tipos de cerveza.

El consumo de champán se asocia a celebraciones, siendo habitual descorchar una botella de gran formato durante la entrega de trofeos en competiciones deportivas.

La primera competición automovilística donde se usó fue en 1907 en la carrera Peking-París, cuyo único premio fue una botella de champán y más tarde - en las 24 horas de Le Mans - se  inició la tradición de bañar al público y a los demás pilotos al festejar su victoria.

También es tradicional estrellar una botella de champán contra el casco de los barcos en su botadura para demostrar su solidez; siendo de mal augurio que la botella no se rompa.


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