Se ha discutido por algunos historiadores la veracidad y trascendencia de esta batalla, que podría no haber sido más que un enfrentamiento de pocos cientos de hombres, pero sea como sea, resultó el desencadenante de la conquista de la península.
Según la historiografía basada en crónicas árabes, la batalla tuvo lugar el 19 de julio del 711 cerca del río Guadalete y para el historiador Sánchez Albornoz, fue en este rio, junto a la fuente termal sulfurosa del Cortijo de Casablanca, al sur de Arcos de la Frontera, en la “Junta de los Ríos” confluencia del Guadalete con el Majaceite.
De acuerdo a las fuentes, Táriq siguiendo órdenes de Musa ibn Nusair, gobernador del norte de África, habría planeado la invasión, ayudado por el conde Don Julián, que facilitó el cruce del estrecho, aunque tal vez esto sea la adaptación de un poema medieval posterior, que sostenía la violación de la hija del conde por parte de Rodrigo, lo cual habría causado la traición de éste.
El número de efectivos de ambos bandos es ilusorio, llegando a contar hasta 100.000 por el lado visigodo lo cual es una absoluta exageración, mientras los musulmanes desembarcaron unos 7.000 soldados bereberes de a pie, con los cuales tomaron Algeciras.
El rey Rodrigo se encontraba en Pamplona, combatiendo a los vascones y la noticia tardó en llegar varias semanas, pero la crisis interna del reino limitó su margen de maniobra a la hora de reclutar un ejército, viéndose obligado a aceptar la ayuda de los witizanos, cuya traición desconocía, con los que - tal vez, -pudo organizar un ejército de unos 40.000 hombres.
De acuerdo a las crónicas, una vez empezada la batalla, los hijos de Witiza, se retiraron con sus tropas, dejando a Rodrigo en inferioridad, mientras los bereberes, con ataques rápidos diezmaron las fuerzas leales al rey y tras duro combate, solo se encontró el caballo de Rodrigo asaetado a orillas del río, sin que fuese hallado su cadáver.
La destrucción visigoda, el desconocimiento del modo de combatir bereber y la probable muerte del rey dejó la puerta abierta a Toledo, pues desaparecidos los “spatarios” de la guardia real, la ciudad no opuso resistencia lo que impidió la elección de un nuevo rey y el establecimiento de la resistencia.
A la rápida conquista, ayudaron entre otras causas, los numerosos descontentos iberorromanos que no tenían derechos políticos y veía en el invasor un aliado; la ayuda de la población judía, perseguida por la monarquía católica visigoda, y el resto de la población, cansada de hambres, guerras y deseosa de estabilidad política, que no opuso resistencia.
Musa, receloso de Tariq, decidió intervenir personalmente en el 712, al mando de un ejército de 18.000 hombres y sin encontrar apenas resistencia, en menos de 3 años sometieron casi la totalidad de la Península e intentaron invadir el resto de Europa a través del reino franco.
Tradicionalmente se ha considerado que entre las huestes derrotadas que huían hacia el norte desde el Guadalete y desde Toledo, se encontraría probablemente Don Pelayo, legendario precursor de la Reconquista tras la batalla de Covadonga.
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