El 9 de julio de 1909 obreros españoles fueron atacados por cabileños marroquíes, incidente que constituirá el inicio de la Guerra de Melilla y en la subsiguiente movilización, se incluyó a los reservistas, los cuales podían quedar exentos de incorporarse a filas mediante el pago de 6.000 reales, cantidad que no estaba al alcance del pueblo llano.
A partir de esta movilización, se sucedieron las protestas en contra de la guerra y en Barcelona el domingo 18 de julio la tensión estalló mientras hombres y mujeres gritaban: "¡Abajo la guerra!", "Que vayan los ricos”; “O todos o ninguno"...
Las protestas aumentaron en los días siguientes y el 26 se iniciaron las huelga y los disturbios en los barrios periféricos, extendiéndose luego al centro de la ciudad, por lo que se proclamó el "estado de guerra" y la ciudad quedó paralizada, sin gas y sin luz e incomunicada con el exterior por ferrocarril, telégrafo y teléfono.
La inicial protesta antibelicista se transformó en anticlerical, con el incendio de iglesias, conventos y escuelas religiosas, mientras la llegada de noticias de Marruecos sobre el desastre del “Barranco del Lobo”, donde perecieron reservistas del contingente de Barcelona, avivó la insurrección.
En cuestión de horas, la ciudad aparecía con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados, hasta que el jueves llegaron refuerzos militares y unos 10.000 soldados fueron ocupando la ciudad mientras la moral de los insurgentes iba cayendo de forma paulatina.
Entre el viernes y el sábado, se recuperó la normalidad excepto en los barrios de San Andrés y de Horta, quedando al final un balance de 78 muertos, medio millar de heridos y 112 edificios incendiados.
Tras la represión fueron dictadas cinco penas de muerte, siendo la más conocida la de Francisco Ferrer Guardia, pedagogo y dirigente anarquista, a quien se culpó de ser el instigador de la revuelta según la acusación formulada por los prelados de Barcelona.
Su posterior ejecución, produjo amplia repulsa en España y Europa, con una campaña en la prensa extranjera, manifestaciones y asaltos a diversas embajadas, lo que obligó al rey Alfonso XIII, alarmado por estas reacciones, a cesar al jefe del gobierno conservador Antonio Maura.
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