jueves, 16 de julio de 2015

Las Navas de Tolosa, principio del fin de la reconquista.

Tal día como hoy 16 de julio de 1212, el ejército organizado por Alfonso VIII de Castilla, se enfrenta a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa.

La batalla tuvo lugar cerca de Santa Elena – Jaén - entre un ejército cristiano formado las tropas de Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón, contra un ejército superior en número del califa almohade Muhammad An-Nasir, saldada con una absoluta victoria cristiana, que significó el principio del fin de la presencia musulmana en la península.

La coalición, fue el resultado de la cruzada organizada por Alfonso VIII, tras su derrota en Alarcos en 1195, fraguada con la mediación del papa, por lo que había gran número de cruzados provenientes de otros estados europeos – ultramontanos - entre ellos los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes con sus huestes.

El número de combatientes cristianos, actualmente se cree que pudieron llegar a unos 14.000 entre jinetes e infantes, mientras que los musulmanes se estiman en más de 20.000, con una composición internacional como la cristiana, atraídos por la llamada a la “Guerra Santa”.

En torno a la tienda del sultán, se encontraba la llamada “Guardia Negra” fanáticos soldados-esclavos de Senegal, encadenados entre sí y al suelo, de tal manera que tenían que luchar o morir, mientras el sultán arengaba las tropas, con el Corán en una mano y una cimitarra en la otra y en ambos ejércitos abundaban los santones, monjes y sacerdotes, exhortando a una lucha sin tregua.

Durante la marcha inicial, se produjo la deserción y abandono de casi todos los cruzados europeos por no estar de acuerdo con Alfonso VIII que había dictado trato humanitario para los musulmanes, en el caso de vencerles, prohibiendo el pillaje, el asesinato o los malos tratos.

El 16 de julio, los cristianos atacaron a los almohades, con resultado incierto al retroceder  la vanguardia cristiana y al notar esto, los reyes cristianos al frente de sus mejores caballeros iniciaron una carga crítica – la llamada Carga de los Tres Reyes -  que infundió nuevos bríos al resto de las tropas y fue decisiva para el resultado de la contienda.

Los tres reyes marcharon imparables y el de Navarra, se dirigió directamente hacia Al-Nasir,  siendo las tropas navarras las primeras en romper las cadenas y pasar la empalizada, mientras la guardia personal del califa sucumbía en sus puestos y el propio An-Nasir se mantenía en combate.

La carnicería en aquella colina fue de tal magnitud, que tras la batalla, los caballos apenas podían andar por ella, de la cantidad de cadáveres amontonados, y al concluir el ejército musulmán se desintegró y cada cual buscó su propia salvación huyendo, incluido el califa.

Esta precipitada huida,  proporcionó a los cristianos un ingente botín, del que se conserva la bandera o “pendón de Las Navas” en el Monasterio de Las Huelgas en Burgos, considerado el mejor tapiz almohade de España.

Como consecuencia de la batalla, se puso fin a la hegemonía musulmana en la península ibérica, que entró en su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso, que produjo en los siguientes cuarenta años un avance muy significativo





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