viernes, 22 de julio de 2016

La batalla de los Arapiles, en la guerra de la Independencia.

 
Tal día como hoy 22 de julio de 1812, tropas hispano-portuguesas e inglesas al mando de Wellington derrotan a las francesas en la Batalla de los Arapiles

También llamada Batalla de Salamanca, fue uno de los enfrentamientos más importantes de la Guerra de la Independencia española y se libró en el municipio de Arapiles, al sur de Salamanca, con el resultado de una gran victoria del ejército anglo-hispano-portugués sobre los franceses.

En 1812, Wellington planeó una ofensiva estratégica contra el mariscal francés Marmont, que había construido en Salamanca importantes fortificaciones y cuando el 13 de junio el inglés emprendió la marcha hacia esta ciudad, el francés decidió abandonarla dejando solo destacamentos para defensa y así poder reunirse con tropas que venía desde Asturias como refuerzo.

Wellington llegó a Salamanca el día 17 y mientras sus soldados derribaban los fuertes franceses a cañonazos, ambos ejércitos, manteniendo las distancias, se enfrentaban en pequeñas escaramuzas con unidades de infantería que protegían la fuerza principal de sus respectivos ejércitos.

Cuando finalmente cayeron los fuertes de Salamanca, Marmont realizó una retiraba estratégica, al advertir que los ingleses – sin tener que atender a otro frente - podían poner toda su fuerza sobre el campo de batalla .

El 22 de julio se inicia la batalla de Los Arapiles, resultando herido el mariscal Marmont junto con su segundo, con lo que fue el tercero en jerarquía, Claussel, quien tomó el mando y aunque trató de organizar la defensa, fracasó completamente en su estrategia.

Después de una confrontación sangrienta, todo el ejército francés se desbandó librándose de ser  completamente exterminados, gracias a la intervención de una división francesa que hasta entonces no había entablado combate, y desde el cerro llamado el Sierro, en donde se había fortificado, protegió la retirada  hasta que la noche marcó el fin de la batalla.

Los franceses cruzaron de nuevo el Tormes al amparo de la oscuridad y Wellington entró al día siguiente en Salamanca en un desfile triunfal como un héroe, tras haber derrotado al tercer ejército francés completo desde su llegada a la Península.

La bajas, entre españoles, portugueses y británicos, fueron de unos 5.000 muertos y heridos y en el bando francés 7.000 muertos y heridos, así como 7.000 prisioneros, de manera que  la victoria de Los Arapiles, dejó abierto el camino hacia Madrid que fue tomado poco tiempo después, siendo  Wellington de nuevo aclamado como libertador por la población.

Sin embargo, la guerra aún persistía pues cuando en otoño inició Wellington su marcha hacia el norte, vio su avance interrumpido en Burgos, que resistió el asedio y amenazado por refuerzos que llegaban de Francia, hubo de abandonar el asedio y replegarse en una retirada muy dura y costosa en bajas, hacia sus bases de partida en la frontera de Portugal.

Aunque la batalla de los Arapiles no fue decisiva, marcó un punto de inflexión en la guerra peninsular que sumada a la catastrófica derrota francesa en Rusia, extendió por Europa la idea de que Napoleón no era invencible y que sus días de gloria podían estar acercándose a su fin.

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