jueves, 21 de julio de 2016

La historia del emblemático café de Fornos

Tal día como hoy 21 de julio de 1870, se inaugura en Madrid el “Café de Fornos", llamado luego el Gran Café, que estaba ubicado en la calle Alcalá, esquina Virgen de los Peligros, permaneciendo abierto durante un periodo de 38 años y en la actualidad ya no existe.

Se trataba de uno de los cafés de tertulia más famosos y lujosos que existieron hasta comienzos de siglo XX en Madrid y foco de la cultura culinaria madrileña, tertulias literarias y vida artística en general.

Se inauguró en julio de 1870, por José Manuel Fornos y el reportaje de la inauguración en “La Ilustración de Madrid” fue obra de Gustavo Adolfo Bécquer, siendo su apertura por su lujosa decoración de estilo Luis XVI, un acontecimiento en Madrid.

Llamaba la atención, el decorado, las pinturas, los tapices y alfombras y los amplios y cómodos divanes, las estatuas de bronce de las lámparas y sobre todo la vajilla, toda ella de plata,  convirtiéndose en el punto de reunión de literatos y aristócratas de la época.

El Café, pronto fue visitado por madrileños de todas las condiciones y, las crónicas narran, numerosas cenas y banquetes, casi siempre motivados por acontecimientos políticos o militares, ganando en elegancia al decorar sus paredes pintores de renombre en la época, siendo reformado el local en 1879 tras la muerte del dueño por los hijos de este.

La apertura del Teatro Apolo en 1880 le reportó numerosos clientes nocturnos, la cual aumentó al ofrecer un servicio de cenas baratas a partir de media noche, para la gente que salía del espectáculo.

Entre sus visitantes habituales se contaban Azorín; Pío Baroja; Marcelino Menéndez Pelayo y Manuel Machado, así como cantaores flamencos, por lo que  el café tuvo, una doble vida, durante el día café-restaurante de lujo y por la noche lugar de citas y juerga, donde según crónicas de la época había personas que llegaban a pasar hasta ocho días seguidos de fiesta en sus reservados.

La violenta muerte en 1904 de uno de los hijos del propietario, suicidándose de un tiro en la cabeza en uno de los reservados, desencadenaría la decadencia del Fornos y se empezó a impedir entrar a ciertas mujeres, viéndose amenazados los noctámbulos por las órdenes del Gobernador de Madrid, de que los cafés cerrasen a las doce de la noche, hasta que en 1908 cerró , aunque en 1909, volvería a abrirse con el nombre de “Gran Café” y nuevo dueño, hasta que en 1923, al reconstruirse por completo la esquina, desapareció todo rastro del café.

El Café de Fornos es citado por Hemingway en su novela “Muerte en la tarde”, sobre las corridas de toros; se cuenta que por él pasó la espía Mata Hari y que el 11 de febrero de 1873, cuando el rey Amadeo de Saboya se disponía a almorzar en un reservado, su secretario vino a traerle la noticia del “cese” de su reinado, pues el “presidente del Consejo, había terminado la sesión gritando ¡Viva la República!".

Amadeo ordenó entonces que no le sirvieran la comida y se fue paseando hasta el palacio, donde dijo a la reina que preparara las maletas para después, salir con su familia hacia la estación de Atocha, acompañados solo de dos diputados comisionados para acompañarles hasta la frontera portuguesa. Aunque todos sentían nostalgia y abatimiento, Amadeo no podía ocultar su interna satisfacción por abandonar un país que nunca le quiso y al que él jamás logró entender.

En España – otra  triste tradición nuestra - hasta los reyes reciben las noticias de su cese, en los bares...

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