Tal día como hoy 20 de diciembre de 1494, los Reyes Católicos dictan el fuero para Las Palmas, capital del archipiélago canario.
Los orígenes de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se remontan al año 1478, momento en el cual Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla, inició la conquista de la isla, que comenzó en la desembocadura del barranco de Guiniguada, donde asentó el El Real de Las Palmas.
La lucha se prolongó durante cinco años, costando gran número de vidas, sobre todo entre los aborígenes, que carecían de medios para defenderse frente a los ejércitos de los Reyes Católicos.
Aun así, la resistencia fue feroz y el final de la conquista llegaría en 1483, con la incorporación de la isla a Castilla por parte de Pedro de Vera, quien logró el sometimiento de los aborígenes de Gáldar en el noroeste de la isla.
En 1485 se trasladó la diócesis desde El Rubicón -Lanzarote- hasta el Real de Las Palmas y la importancia de la ciudad crecería, constituyéndose el Obispado, el Tribunal de la Santa Inquisición, la Real Audiencia y la residencia de Capitanes Generales de Canarias.
Aunque la capitalidad no existía en el Archipiélago, dado que el Capitán General estaba en Las Palmas se puede considerar que esta fue la capital de Canarias y después continuó siendo considerada capital honorífica del archipiélago canario. Durante estos primeros siglos, la ciudad se convirtió en un punto muy activo, debido al comercio de la caña de azúcar.
Prueba de la importancia de la urbe, es la escala que realizó Cristóbal Colón en agosto de 1492 para efectuar unas reparaciones, antes de partir hacia el descubrimiento de América.
El 20 de diciembre de 1494, los Reyes Católicos dictan el fuero para Las Palmas, que era un estatuto jurídico aplicable al territorio y tenía por objeto regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios otorgados por el Rey, sistema que estaba generalizado en la Península Ibérica.
Está fechado en la Villa de Madrid, el 20 de diciembre del "año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil cuatrocientos y noventa y cuatro", que tendría que ser considerado una fecha de máxima importancia en la Historia de Canarias por los efectos y consecuencias que tuvo.
Dicho Fuero se otorgó a Gran Canaria, porque en esta isla fueron siendo establecidas sucesivamente todas la Instituciones de la Corona con mando y poder de decisión regional para la gestión de los asuntos públicos y porque la isla sirvió de cabeza de puente para la conquista de La Palma y Tenerife, las dos islas realengas restantes de incorporación.
La Corona se limitó a trasladar a Gran Canaria la política tradicional de los Reyes de Castilla y Aragón de otorgar Fueros a los territorios que anexionaban con objeto de regular las actuaciones de los súbditos que se instalaban en los mismos.
El Fuero viene a constituir la base jurídica del Municipio, que era la unidad territorial del reino. En el Libro Rojo de Gran Canaria, publicado por el Cabildo Insular en 1978, se detallan todos los aspectos de este histórico Fuero y su posterior extensión a las restantes islas.
En la isla de Gran Canaria quedó establecida la primera Capital de Canarias, en el sentido moderno de dicha condición, situación que duró hasta las Cortes de Cádiz.
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