Tal día como hoy 28 de diciembre de 1696, en Roma fallece el teólogo español Miguel de Molinos, condenado por la Inquisición a cadena perpetua.
Miguel de Molinos Zuxia, fue un escritor místico y teólogo español, creador del quietismo. Su doctrina suele denominarse también “molinosismo”, que enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa.
Nació en la localidad turolense de Muniesa en 1628 y desde los dieciocho años se estableció en Valencia, donde estudiaría en el Colegio de los jesuitas en el que se doctoró en teología y se ordenó sacerdote.
Recibió licencia como confesor de monjas y debió pertenecer asimismo a la Cofradía Escuela de Cristo, que fomentaba la reflexión espiritual, recibiendo el encargo de postular la beatificación de Francisco Jerónimo Simó, para lo cual marchó en 1665 a Italia.
Se estableció en Roma, donde obtuvo fama como predicador y director espiritual y consiguió gran valimiento entre personalidades destacadas, que fueron sus fieles adeptos. Se le reputaba como un gran ascético, como un iluminado. Incluso tuvo intercambio espistolar con la reina Cristina de Suecia y desarrolló una amistad con el papa Inocencio XI.
Las primeras escaramuzas con la Inquisición se produjeron en 1678, por las criticas especialmente por parte de los jesuitas Gotardo Bell’Uomo y Paolo Segneri.
Miguel de Molinos fue apresado junto con algunos de sus discípulos el 18 de julio de 1685. El proceso fue lento, por la imposibilidad de conseguir pruebas de las presuntas desviaciones del sacerdote español a través del examen de su libro.
Bajo tortura, Molinos confesó cualquier cosa que le imputaban, por lo que terminó siendo acusado de actos de inmoralidad, desconociéndose el contenido de las actas de su absurdo proceso porque funcionarios de la Inquisición las destruyeron un siglo después.
Algunas de las confesiones, obtenidas por los inquisidores bajo tortura, podrían estar enumeradas en un escrito del obispo de Téano, que en 1687 escribió “Della pessima vita di Michele Molinos”
“No observaba el ayuno ni viernes ni sábado ni día de vigilia ni de cuaresma, sino que siempre comía carne. Haber tenido durante dieciocho años continuos comercio con una mujer. Que para conseguir la libido, se hacía servir en la mesa y desnudarse a más mujeres desnudas, y otra veces estaba presente para ver mujeres y hombres desnudos entrelazarse juntos y relacionarse. De haber sido más veces sodomizado”. Obispo Giberti (Nápoles), 1687
El 13 de septiembre de ese año, Molinos abjuró de sus errores y fue condenado "por inmoralidad y heterodoxia" a estar permanentemente vestido con hábito penitencial, a recitar diariamente un Credo y un tercio del Rosario, a confesarse cuatro veces al año y a reclusión perpetua.
Nueve años después, fue trasladado de la mazmorra de la Inquisición a un monasterio en Roma, donde murió el 28 de diciembre de 1696.
El libro, “En el centro de la nada”, trata de Miguel de Molinos, uno de los mayores escritores de los siglos de oro, y aún así de los menos conocidos, estudiados y homenajeados. Un ignorado en su país, ya en su tiempo.
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