Tal día como hoy 9 de diciembre 1348, tiene lugar la batalla de Mislata, cerca de Valencia y en ella se enfrentaron las tropas de Pedro IV “el Ceremonioso”- rey de Aragón -, comandadas por Lope de Luna, contra las de los unionistas valencianos.
La Unión de Valencia, al igual que la Unión de Aragón, era un movimiento señorial en defensa de sus privilegios de clase.
Vencidos los unionistas en Aragón, Pedro IV se dispuso a someter a los de Valencia y para ello entregó a Lope de Luna el mando del Ejército, y venció a los valencianos en Mislata.
Aunque el resultado fue favorable al rey de Aragón, este, de todas maneras sufrió numerosas bajas, pero puso fin a la rebelión de la Unión de Valencia contra él, considerándose la batalla decisiva de la “guerras de las uniones”.
El rey tomó seguidamente la ciudad de Valencia e hizo ejecutar a los sublevados de una forma especialmente cruel, ya que antes de decapitarlos, arrastrarlos o ahorcarlos les hizo beber el bronce fundido de la campana que convocaba a las asambleas de la Unión
Se cuenta que Pedro, queriendo romper por su propia mano uno de los privilegios de la unión, al rasgar el pergamino con el puñal que llevaba siempre consigo, se hirió en una mano y exclamo: "¡Privilegio que tanta sangre ha costado, no se debe romper sino derramando sangre!", de lo que le quedó el nombre de Pere del punyalet, (Pedro el del puñal.)
Pedro “el Ceremonioso” fue un monarca enérgico y duro que reorganizó la corte, la administración y el ejército, dirigiendo sus actividades a incrementar el poder real en el interior de su reino y a aumentar sus dominios en el mar Mediterráneo, cosa que logró con la expedición de los almogávares, al conquistar éstos los ducados de Atenas y Neopatria.
Como muestra de su interés por la cultura clásica, mandó que en la Acrópolis de Atenas quedara una guardia permanente de once ballesteros para evitar que fuera destruida, haciendo constar que el monumento era “la más hermosa joya que exista en el mundo, tal que ni siquiera todos los reyes cristianos juntos podrían hacer algo semejante”.
Apoyó a Enrique de Trastámara frente a Pedro I de Castilla, arrebató el Rosellón a su cuñado Jaime III de Mallorca y procuró la incorporación de Sicilia a su reino.
Finalmente, y tras un largo reinado en el que Pedro IV caminó en el alambre entre la acción autoritaria y el pactismo aragonés, murió en Barcelona un 5 de enero de 1387 a la edad de 67 años.
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