Tal día como hoy 30 de agosto de 1282, en Trápani, Sicilia, el rey aragonés Pedro III desembarca su ejército de almogávares al grito de “¡Desperta Ferro!”, mientras el rey de Sicilia Carlos de Anjou huye permitiendo que Pedro se dirigiera a Palermo para ser coronado rey de la isla.
Pedro III de Aragón, llamado “el Grande”, fue hijo de Jaime I el Conquistador y su segunda esposa Violante de Hungría y todo su reinado se centró, en la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo y para ello aprovechó su matrimonio con Constanza de Hohenstaufen, hija y heredera de Manfredo I de Sicilia para reivindicar la corona siciliana, que se encontraba bajo la soberanía de Carlos de Anjou, con el apoyo del papa Clemente IV.
Constanza, una vez muerto su padre y decapitados sus hermanos varones, la línea sucesoria pasó a ella, quien ofreció refugio en Aragón a las familias partidarias de su padre, los Lanza, los Lauria y los Prócidas.
Posteriormente, en 1281, Pedro III armó una flota para invadir Túnez y solicitó al recién elegido papa Martín IV una bula que declarara la operación militar como cruzada, pero el papa - de origen francés y partidario de Carlos de Anjou - se la negó.
Cuando la flota se disponía a zarpar, tuvieron lugar los acontecimientos conocidos como las “Vísperas sicilianas” que provocaron la expulsión de la isla, tras una gran matanza de los franceses, hecho lo cual, los sicilianos enviaron una embajada a Pedro III ofreciéndole la corona siciliana, a la que tenía derecho por matrimonio, y el rey aragonés puso entonces su flota rumbo a Sicilia, donde arribó el 30 de agosto de 1282 siendo coronado rey en Palermo.
El papa Martín IV, respondió a la coronación de Pedro III con su excomunión y su deposición como rey de Aragón, ofreciendo la corona al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois, a quien invistió el 27 de febrero de 1284, y declarando una cruzada contra Aragón, por su intervención en los asuntos sicilianos en contra de la voluntad papal.
La situación en la que se encontró Pedro III era totalmente inestable, ya que no sólo tenía que enfrentarse a la invasión francesa que se preparaba al norte de los Pirineos, sino que tuvo que hacer frente a graves problemas en el interior de sus reinos ante las necesidades económicas que provocó la conquista de Sicilia.
Pedro III soluciona los problemas internos concediendo, en las Cortes de Tarazona de 1283, la formación de la Unión aragonesa y solucionados los problemas interiores, pudo centrar su atención en la invasión francesa, que al mando del propio rey francés Felipe III tomó en 1285 la ciudad de Gerona, aunque tuvo que retirarse cuando la flota aragonesa retornó de Sicilia al mando de Roger de Lauria e infligió a la escuadra francesa una derrota total en las islas Formigues y otra derrota en tierra en el barranco de las Panizas, cuando los franceses se retiraban.
Tras su gran victoria, Pedro III se dispuso a enfrentarse a su hermano Jaime II de Mallorca y a su sobrino el rey Sancho IV de Castilla, que no le habían prestado apoyo durante su conflicto con los franceses, pero su prematura muerte lo impidió.
Falleció el 11 de noviembre de 1285 y los estudios forenses de sus restos, exhumados en 2010, indican que probablemente su muerte se debió a una afección pulmonar.
En su testamento, Pedro III dispuso que su cadáver recibiera sepultura en el Monasterio de Santes Creus, siendo el primer monarca aragonés en recibir sepultura en este monasterio.
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