viernes, 31 de agosto de 2018

Berenguela I de Castilla, madre y reina ejemplar

Tal día como hoy 31 de agosto de 1217, en Castilla, la reina Berenguela I “la grande” cede el trono a su hijo Fernando III.

Berenguela de Castilla fue la  primogénita del rey castellano Alfonso VIII y por línea materna era nieta de Enrique II de Inglaterra y de otra importante mujer de la época, Leonor de Aquitania.

Durante los primeros años de su vida- antes del nacimiento de su hermano Enrique - Berenguela fue la heredera al trono castellano, lo que la convirtió en un partido muy deseado y su primer compromiso matrimonial se acordó en 1187 con Conrado, hijo del emperador alemám Federico I Barbarroja, celebrándose los esponsales en 1188 y al año siguiente nació el infante Fernando, heredero al trono, pero Federico, viendo frustradas sus aspiraciones a Castilla perdió todo interés y los esponsales fueron cancelados, por lo que Conrado y Berenguela jamás volverían a verse, ya que este fue asesinado en 1196.

En 1197, Berenguela se casó de nuevo en la ciudad de Valladolid con el rey de León Alfonso IX, pariente suyo en tercer grado, teniendo cinco hijos, pero en 1204 el papa Inocencio III anuló el matrimonio alegando el parentesco a pesar de que lo había permitido en su momento.

Ambos cónyuges solicitaron una dispensa para permanecer juntos, pero el papa se la denegó, aunque consiguieron que su descendencia fuese considerada legítima y Berenguela regresó a Castilla al lado de sus padres, donde se dedicó al cuidado de sus hijos.

Al morir Alfonso VIII en 1214, heredó la corona el joven infante Enrique con tan solo diez años de edad, por lo que se abrió un período de regencia bajo su hermana Berenguela, comenzando entonces disturbios internos ocasionados por la nobleza y para evitar conflictos civiles en el reino, Berenguela dejó la tutoría del rey y la regencia al conde Álvaro Núñez de Lara.

Enrique falleció el 6 de junio de 1217, por causa de una herida en la cabeza con una teja que se desprendió cuando se encontraba jugando con otros niños y aunque  el conde Álvaro Núñez de Lara se llevó el cadáver para ocultar su muerte, la noticia llegó a Berenguela y esto hizo que el trono de Castilla pasara a ella, quien el 2 de julio hizo cesión del mismo a hijo Fernando.

Pese a que no quiso ser reina, Berenguela estuvo siempre junto a su hijo, como consejera, interviniendo en política, aunque de forma indirecta, destacando su mediación en 1218 cuando la intrigante familia de los Lara con el antiguo regente, Álvaro Núñez de Lara, a la cabeza conspiró para que el padre de Fernando III, Alfonso IX de León, invadiera Castilla para hacerse con el trono de su hijo.

Pero tal vez la intervención más decisiva a favor de su hijo se produjo en 1230 cuando falleció su padre Alfonso IX y este designó como herederas a sus hijas Sancha y Dulce, frutos de su primer matrimonio, en detrimento de los derechos de Fernando III.

Berenguela se reunió en Benavente con la madre de las infantas y consiguió la firma de la Concordia de Benavente, por el que estas renunciaban al trono en favor de su hermanastro a cambio de dinero y otras ventajas, con lo que se unieron para siempre León y Castilla en la persona de Fernando III el Santo.

Berenguela ejerció como auténtica reina mientras su hijo Fernando se encontraba en el sur, en sus largas campañas de reconquista de Al-Ándalus y gobernó Castilla y León con la habilidad que siempre la caracterizó, asegurándole a su hijo el tener siempre las espaldas cubiertas.

El 8 de noviembre de 1246, moría la reina Berenguela “La Grande” de Castilla a los 66 años de edad. Ninguna crónica dudó de la inteligencia y habilidad a la hora de gobernar y ayudar a gobernar a su hijo Fernando III el Santo quien, sin duda alguna, no habría conseguido reinar sin el consejo de su madre, una reina madre fiel y siempre en la sombra.







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