Tal día como hoy 2 de marzo de 1821, el movimiento "ludita", que proclama la destrucción de maquinaría tecnológica por hacer que el hombre pierda su capacidad laboral y por ende creativa al plegarse de manera esclavista a las formas de tecnología, logrando más productividad en el trabajo en términos de rapidez y no en capital humano, tiene en la localidad de Alcoy su primer exponente en España, cuando 1.200 hombres en paro armados organizan un motín y rompen y queman 17 máquinas de hilar, exigiendo al Ayuntamiento que desmonte las restantes.
El Ludismo fue un movimiento de protesta de los artesanos británicos del siglo XIX, quienes se opusieron de manera violenta a la Revolución Industrial. Rechazaban principalmente el uso de maquinarias en telares e industrias textiles, ya que estos adelantos significaban una menor necesidad de mano de obra calificada artesanal, dejándolos sin trabajo.
Este movimiento recibe su nombre por Ned Ludd, a quien se le atribuye la destrucción de dos telares en 1779, convirtiéndose en un emblema para los sublevados, quienes incurrieron a menudo en este tipo de prácticas violentas. Por eso se les conoció como Luditas.
Una versión rural del Ludismo tuvo lugar en 1830, en los Disturbios de Swing, durante los cuales diversos campesinos atacaron y rompieron máquinas trilladoras. Sin embargo, el Ludismo comenzó durante las Guerras Napoleónicas, que impusieron al país un clima económico difícil y condiciones laborales muy arduas. Tuvo su primer momento en Nottingham el 11 de marzo de 1811, expandiéndose muy rápidamente por Inglaterra en los años siguientes.
La Revolución Industrial, que comenzó a finales del siglo XVIII y se profundizó durante el XIX, tuvo un impacto directo en la vida de las clases trabajadoras. Así, impulsó la protesta y la organización de la clase obrera para reclamar mejores condiciones laborales. Recordemos que la jornada laboral era de 15 horas, con salarios bajos o a veces pagados con vales aceptados en algunas tiendas. A menudo se empleaba mujeres y niños para el trabajo, ya que eran más dóciles y menos dispuestos a la protesta. Las clases obreras vivían en barrios periféricos, hacinados y sin servicios públicos.
Inicialmente se pensó que el Ludismo sufría de una suerte de tecnofobia o miedo a las máquinas, ya que uno de sus métodos de acción favoritos era la destrucción de maquinaria agrícola o industrial. Sin embargo, esto no era más que un método de presión sobre los dueños industriales, para forzarlos a negociar mejores condiciones contractuales.
La llegada de las máquinas industriales permitía el empleo de trabajadores no capacitados, los cuales cobraban menos y reemplazaban a los antiguos artesanos. Pero no sólo se luchaba por conservar el trabajo frente a las máquinas que prometían desplazarlos, sino por un lugar más digno en la
Los luditas actuaban generalmente de noche, encapuchados y evitaban violentar a las personas, ensañándose en cambio con la maquinaria, especialmente las textiles. Eran guiados por un mítico Rey Ludd, también llamado Ned Ludd, cuya existencia puede no haber sido real, pero firmaba cartas de amenaza a sus enemigos industriales.
Las principales protestas ocurrieron en Nottinghamshire en 1811, en West Riding of Yorkshire en 1812 y Lancashire en 1813. En 1812 una banda ludita fue masacrada bajo las órdenes de Horsfall, un empleador que fue asesinado en represalia. Esta tendenciaviolenta culminó en 1813 con juicios masivos en York y numerosos ahorcamientos.
Los luditas no tuvieron un éxito inmediato, pero inspiraron las acciones posteriores de un tal Capitán Swing en 1830, quien dirigió a sus tropas contra las máquinas trilladoras del campo, debido a motivaciones similares. En este contexto, el Ludismo surge como uno de los primeros movimientos de protesta de la clase obrera, preludio de muchos otros por venir y que dieron pie a otros mayores, como el sindicalismo, el anarquismo o el comunismo, durante el siglo XX.
Hubo incidentes de tipo ludista en España, en los llamados Sucesos de Alcoy de 1821. En los Estados Unidos hubo un resurgimiento del ludismo, llamado neoludismo, que organizó en 1996 un Segundo Congreso Ludita. Allí se firmó un manifiesto que llamaba a la “...resistencia pasiva al consumismo y a las tecnologías cada vez más extrañas del mundo computarizado”.
El ludismo no logró efectos inmediatos, más allá de la destrucción de las máquinas y el enorme estado de tensión que costó más vidas entre los protestantes, pero fue un síntoma inequívoco del descontento social de la clase obrera y de los riesgos que venían con la Revolución Industrial.
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