Tal día como hoy 24 de marzo de 818, el emir Al-Hakam I ordena reprimir con extrema dureza un motín producido en el arrabal de Córdoba
Alhakén I o Al-Hakam I fue el tercer emir independiente de Córdoba, desde el 17 de abril de 796, siendo para los cronistas árabes de la época, el más sanguinario y déspota de los emires omeyas.
Subió al poder cuando tenía 26 años de edad y su reinado fue uno de los más agitados de la dinastía omeya, ya que tuvo que hacer frente a conspiraciones para ocupar el trono por parte de dos de sus tíos.
La política intransigente y la enorme presión fiscal con la que cargó a los cristianos, provocó sublevaciones de mozarabes y muladies en Toledo, Mérida y Córdoba, las cuales reprimió con inusitada crueldad, produciéndose la llamada "Jornada del Foso" del año 797, donde los notables toledanos que no admitían su autoridad fueron atraídos al castillo del gobernador para presentar sus respetos y una vez allí fueron decapitados uno a uno y sus cuerpos arrojados a un foso.
El más grave fue el levantamiento del Arrabal de Córdoba en el año 818, que no fue solo una revuelta de muladíes o gente pobre, ya que estaban también involucrados alfaquíes y personajes de la élite cordobesa, es decir, las distintas clases sociales del arrabal, que se revelaron por un aumento impositivo desmedido y donde los amotinados estuvieron a punto de asaltar el Alcázar, siendo duramente reprimido por las tropas del emir, que en una maniobra rápida atacaron por la espalda a los amotinados que rodeaban el palacio.
Dice el cronista Ibn Al Athir que; "El emir al-Hakam declaró presa lícita a las mujeres de los del Arrabal y sus secuaces de los otros arrabales de Córdoba, así como autorizó todo acto de muerte, saqueo e incendio durante tres días.."
Tres mil supervivientes fueron ejecutados y el resto de los habitantes del arrabal fueron condenados a abandonar la ciudad, mientras veían cómo sus casas eran incendiadas y durante tres días duró la matanza y el saqueo, ordenando el emir la crucifixión boca abajo de trescientos notables.
Todos los habitantes fueron deportados y unas veinte mil familias emigraron de la Península, estableciéndose en el norte de África, donde fundaron el barrio de los andalusíes en la ciudad de Fez.
Esta agitada situación interna permitió la conquista de Barcelona por los francos en el año 801, firmando Carlomagno un tratado de paz con al-Hakam, por el que se comprometía a no extender sus fronteras “más allá del río Llobregat”, mientras los asturianos llegaron a ocupar Lisboa.
Mucho más temido que amado, utilizó la fuerza para consolidar su dominio sobre al-Ándalus, respaldado por un potente y fiel ejército de mercenarios extranjeros – incluidos cristianos - cuyo mantenimiento suponía grandes gastos, a los que el emir hizo frente creando nuevos tributos, que casi siempre tenían que ser cobrados por las armas.
Se decía que era muy dado a la bebida y poco adicto a ir a la mezquita, y durante la oración de los viernes, se levantaban voces anónimas que le gritaban: ¡Borracho, ven a rezar!.
Falleció - a los 52 ó 53 años - el 21 de mayo de 822, dejando al morir, diecinueve hijos varones y veintiún mujeres.
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