Tal día como hoy 6 de marzo de 1916, se hunde el transatlántico Príncipe de Asturias en aguas de Brasil, pereciendo 338 pasajeros y 107 tripulantes.
Era en aquel momento con 142 metros de longitud, el mayor barco mercante del país, habiéndose cuidado mucho su seguridad, con compartimentos estancos - como el Titanic-, y el casco con doble capa en toda su extensión, contando con tanques de lastre que podían llenarse o vaciarse, ajustando la estabilidad en cualquier tipo de situación.
Además de potente y moderno, era lujoso; biblioteca estilo Luis XVI de caoba; comedor con paneles de roble japonés; salón de música; suelo decorado con alfombras persas para pista de baile y una cúpula con cristales de colores, para disfrutar de luz natural durante el día.
El buque zarpó hacia su último viaje desde el puerto de Barcelona el 17 de febrero de 1916, rumbo a Buenos Aires y el 23 hizo escala en el Puerto de la Luz de Gran Canaria, última de sus paradas en España.
A bordo viajaban unas 600 personas, la mayoría de las cuales eran de nacionalidad española o argentina si bien también había pasajeros estadounidenses, peruanos y chilenos.
El 4 de marzo, el buque se aproximaba a la costa de Brasil, pero la climatología hizo imposible que entrase en puerto, permaneciendo expuesto a la tormenta, próximo a la costa en una noche cerrada de niebla, lluvia, con mar picada por los fuertes vientos, siendo arrastrado por las corrientes a escasas millas de la costa.
Cuando se advirtió esta peligrosa cercanía ya era tarde, y de madrugada chocó contra los arrecifes abriendo su casco a la altura de la sala de máquinas, lo que provocó una fuerte explosión que condenó al buque.
El agua hirviendo inundó la nave, abrasando y matando a pasajeros y tripulantes, escorándose de seguida a proa e impidiendo que se lanzaran los botes salvavidas, excepto uno.
El caos fue total; el fallo en las calderas interrumpió el suministro eléctrico y el radiotelegrafista, no pudo enviar señal de socorro, mientras el barco empezó a escorarse de lado, atrapando en su interior a cientos de personas, ignorantes de lo ocurrido.
En menos de cinco minutos, el navío desapareció bajo las aguas y muchos de los pasajeros y tripulantes que se habían lanzado al mar fueron arrastrados hasta el fondo.
Los supervivientes – casi todos sorprendidos durmiendo - que no fueron arrastrados, trataron de alcanzar la costa y entre 200 y 300 perecieron contra las rocas o ahogados en el mar, mientras el único bote arriado, rescataba a un centenar de náufragos, hasta que al mediodía, un carguero francés descubrió el hecho, recogiendo algunos supervivientes e informando del siniestro.
Cuando al día siguiente el transatlántico español Patricio de Satrústegui, recibió el aviso del naufragio y acudió a la zona, sólo logró encontrar 6 cadáveres.
Aunque nadie haya hecho nunca sobre él una película, no ha sido solo el Titanic el único barco que se ha hundido en el Atlántico.
Bonito recuerdo del vapor conocido posteriormente como el "Titanic español". Mi abuela junto a su madre (oriundas de Álora) emigraron a Argentina en el viaje anterior que partió del puerto de Málaga el 19 de Agosto de 1915... Aquí las esperaba su padre Gonzalo García Hidalgo... Guardo como recuerdo el billete del barco donde figuran las condiciones del viaje, la "manutención a bordo, los derechos de los pasajeros y las escalas a realizar: Cadiz, Las Palmas, Santos y Montevideo, siendo el destino final Buenos Aires.
ResponderEliminarAfortunadamente ese viaje llegó a destino y fue el inicio de parte de mi familia en estas tierras.
Saludos y gracias por el recuerdo.
Muy interesante la información aportada Gabriel y muchas gracias
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