Salvador Seguí - apodado "El Noi del Sucre" ( el niño del azucar) porque acostumbraba a comerse los terrones de azúcar que le servían con el café - fue uno de los líderes más destacados del anarquismo en Cataluña a principios del siglo XX y una de las mayores leyendas del sindicalismo revolucionario, que siguió vivo en el tiempo y el pensamiento de los sindicalistas, que trataban de aunar lucha e inteligencia con el ideario anarquista.
Se formó como pintor, profesión que siempre ejerció y con la que se ganó el sustento, mostrando desde muy joven inquietudes políticas e ideas libertarias y siendo seguidor de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia
Propulsó la formación y educación de las clases obreras desde los sindicatos, entendiendo que la acción debía ser completada con la formación cultural como armas revolucionarias, propugnando la preparación intelectual, cultural y técnica de los trabajadores.
Fue presidente del Ateneo Sindicalista de Barcelona, donde fundó su biblioteca en 1915 usando el lugar como un centro superior de estudios sindicalistas y anarquistas.
En 1917 propugnó una línea confederal de alianza con la UGT, mientras preconizaba la proclamación de la República, la supresión del Ejército, la separación Iglesia-Estado y otras reivindicaciones obreras tradicionales
Elegido secretario general de la anarquista CNT de Cataluña en 1918, se opuso a acciones exaltadas, que eran llevadas a cabo por otros miembros de la organización.
En 1919 se convirtió en el “cerebro” de la famosa huelga de “La Canadiense”, lo que le supuso el primer choque con el sector más radical de los anarquistas que le atribuyó ambiciones políticas, ya que él asumía el anarquismo como ideal de perfección humana, capaz de impulsar la acción de minorías selectas dentro de los sindicatos.
A causa de su actividad fue detenido en diversas ocasiones y en noviembre de 1920, junto con Lluís Companys y treinta y seis personas más, fue deportado al castillo de la Mola en Mahón.
El 10 de marzo de 1923, cuando se hallaba en plena maduración de su idea de la emancipación obrera como motor social, fue asesinado de un tiro, junto con otro sindicalista que moriría pocos días después, por pistoleros del Sindicato Libres de la patronal catalana, con la complicidad del Gobernador Civil de la ciudad, en el barrio del Raval de Barcelona .
Su asesinato frustró el que con sus planteamientos hubiera sido posible crear un frente único obrero moderado, como el que 1934 alumbró la huelga de Asturias, de la que por desgracia asumió el liderazgo la FAI, rama sectaria y violenta del anarquismo, contraria a las tesis de Salvador Seguí.
En el lugar de su asesinato y durante mucho tiempo no faltaron ramos de flores, depositadas muchas de ellas por las prostitutas del “barrio chino” barcelonés, con las que Salvador mostró siempre una gran sensibilidad reivindicativa.
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