Tal día como hoy 1 de marzo del 710, los visigodos nombran en Córdoba rey a Rodrigo, tras la muerte de Witiza.
La Crónica mozárabe de 754 narra lo ocurrido tras el reinado de Witiza, indicando que Rodrigo ocupó el trono y reinó un año en medio de una guerra civil, antes de producirse la invasión de los árabes, siendo traicionado por algunas de sus tropas.
Por su parte, las Crónicas asturianas presentan el reino de Asturias como continuador del visigodo de Rodrigo y culpan de la conquista árabe a los witizianos, a los que atribuye la conjura por la que llamaron a los árabes.
No se tiene constancia de la muerte, ni de la sucesión de Witiza, aunque parece que no fue pacífica y según la “Chronica Regum Visigothorum”, su reino terminó en 710, al morir cuando tendría unos veinticinco años de edad.
Rodrigo, parece que ocupó el trono de forma violenta, con el apoyo de parte de la aristocracia, de modo que Witiza tal vez fuese asesinado o muriese por causas naturales y Rodrigo se hubiese alzado con el poder, para evitar que sus parientes nombrasen a otro de sus familiares para el trono, por lo que quizás hubo varios meses de guerra civil entre él y otros aspirantes al trono.
Este golpe de Estado, no produjo unanimidad entre la aristocracia y la subida al trono de Rodrigo causó conflictos internos, justo cuando los árabes habían comenzado a atacar poblaciones al sur de la península.
Existen fuentes árabes, que indican que Rodrigo estaba de campaña contra los vascones en el momento de su desembarco en el 711, volviendo apresuradamente con su ejército a presentar batalla en el rio Guadalete.
Los árabes dan cifras exageradas para engrandecer su victoria, pero pudo ser de 15.000 a 20.000 visigodos frente a 10.000 árabes, con el resultado de la total destrucción del ejército visigodo y la muerte del monarca, dejando entrever que el resultado se debió a una traición, que causó deserción en las filas visigodas.
La intención de los traidores, no era entregar el reino a los invasores sino eliminar al rey, pero su plan no salió como esperaban, pereciendo en la misma batalla y cuando poco después hubo un segundo intento visigodo para frenar a los musulmanes en Écija, saldado con una nueva derrota, se anuló toda resistencia.
Existe una leyenda que cuenta que don Julián, conde de Ceuta, envió a su hija Florinda a la corte de Toledo para ser educada y, con la idea de encontrar marido entre los hijos de otros nobles.
El rey Don Rodrigo padecía sarna, siendo Florinda la elegida de curarle y guiado por la lascivia, forzó a la joven, la cual tras el hecho, envió a su padre regalos entre ellos un huevo podrido, con lo que comprendió Don Julián lo que había sucedido. Fue entonces a Toledo con la excusa de que su mujer estaba enferma y la visión de su hija la haría recobrar la salud, y cuando regresó a Ceuta, entabló tratos con Musa ibn Nusair, para desembarcar en la Península.
Cuando la Historia no es capaz de cumplir con su objetivo, ocupa su lugar la leyenda que, de una manera novelada, narra el fondo de las cuestiones pero alterando siempre la forma.
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