Pedro II de Brasil apodado “El Magnánimo”, fue el segundo y último emperador de este pais, hijo menor del emperador Pedro I de Brasil y perteneciente a la dinastía de Braganza.
La inesperada abdicación de su padre y su viaje a Europa dejó a Pedro, con solo cinco años, como emperador, lo que provocó que tuviera una infancia y adolescencia difícil, obligado a pasar la mayor parte del tiempo estudiando para prepararse para reinar y solo conoció breves momentos de alegría con muy pocos amigos de su edad.
Pedro II, se convirtió en un hombre con un fuerte sentido del deber y una devoción hacia su país y su pueblo y a pesar de haber heredado un imperio al borde de la desintegración, supo transformar Brasil, en una potencia emergente a nivel internacional.
La nación creció de forma distinta a sus vecinos hispanoamericanos, debido a su estabilidad política; su libertad de expresión, al respeto a los derechos civiles y a su crecimiento económico regular así como su forma de gobierno: una monarquía parlamentaria constitucional, rara en aquella época en Sudamérica.
Pedro II impuso con firmeza la abolición de la esclavitud a pesar de la oposición de intereses económicos y políticos y se ganó la reputación de ser un gran mecenas del conocimiento, la cultura y las ciencias así como el respeto y la admiración de estudiosos como Charles Darwin, Victor Hugo y Friedrich Nietzsche y fue amigo de Richard Wagner y Luis Pasteur, entre otros.
A pesar de que no existía, el deseo de cambio en la forma de gobierno en la mayoría de los brasileños, el emperador fue apartado del poder por un golpe de Estado organizado por un pequeño grupo de militares, que querían una república gobernada por un dictador.
Pedro II se había cansado y estaba desilusionado con respecto a las perspectivas del futuro de la monarquía, a pesar del apoyo popular, y por ello no ejerció ninguna acción de restauración de la monarquía, pasando los dos últimos años de vida en Europa viviendo con escasos recursos.
Su reinado tuvo un final poco común ya que fue depuesto pese a que era muy querido por el pueblo y estaba en la cima de su popularidad, siguiendo el país un periodo de gobiernos débiles, dictaduras y crisis constitucionales y económicas.
Los golpìstas que lo exiliaron, pronto se dieron cuenta de su valía y lo convirtieron en un modelo para la república brasileña y algunas décadas después de su muerte, su fama y buen nombre fue restaurado y sus restos mortales fueron llevados de vuelta a Brasil, donde hoy descansan.
A buenas horas...
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