Los conspiradores fueron perseguidos y más de 5.000 ejecutados, de los que 200 habían tomado parte directa en el atentado, mientras Hitler establecerá la responsabilidad jurídica de sus familias, con lo que se procederá a su detención.
El atentado del 20 de julio fue un intento fallido de asesinato, llevado a cabo por un grupo de oficiales de la Wehrmacht dirigidos por el coronel Claus von Stauffenberg, en la denominada “Operación Valquiria”, un plan operativo del ejército, para ser puesto en práctica en caso de disturbios civiles, o sublevación de trabajadores de las fábricas alemanas.
El coronel Stauffenberg colocó una bomba en una sala de mapas dentro de la “Guarida del Lobo”, cuartel general de Hitler, donde se encontraba reunido con sus generales, la cual hizo explosión y aunque Hitler sobrevivió debido a la solidez de la mesa que lo protegió de la onda expansiva, sus piernas resultaron alcanzadas por astillas y quedó con una sordera leve en su oído derecho.
Asimismo, su fortaleza psicológica empezó a minarse, cayendo en la paranoia de sufrir nuevos atentados, por lo que se tomaron medidas extremas para preservar la seguridad del dictador, restringiendo el acceso a su persona a sólo algunos miembros de la jerarquía nazi. Incluso los más altos jefes de la Wehrmacht, tenían que pasar rígidos controles para acercarse a donde Hitler se encontrara.
En los días siguientes, se empezó a investigarse el intento de golpe de estado y Himmler – aprovechando la ocasión - ordenó a la Gestapo el arresto de todo individuo que tuviese alguna clase de relación con los conspiradores, orden que luego abarcó extraoficialmente a numerosos alemanes sospechosos de oponerse al régimen nazi.
Los primeros procesos empezaron el 7 de agosto de 1944, pero ya Hitler había ordenado que los directamente implicados fueran condenados a muerte y ejecutados en la horca, sin excepción, siendo escasos los conspiradores arrestados que intentaron negar su participación en el complot.
La versión oficial del Tercer Reich fue la de un pequeño grupúsculo de oficiales descontentos, realizando un acto de traición, evitando mostrar la existencia de una conspiración con cientos de involucrados y miles de simpatizantes.
Milagrosamente, la familia del Coronel Stauffenberg con sus cinco niños y su esposa, se salvaron de ser ejecutados porque las SS que les custodiaban al norte de Italia se entregaron a los británicos quedando ellos en libertad.
En un principio, Stauffenberg - que fue sentenciado y fusilado por alta traición - fue considerado un traidor como los demás implicados, pero tras la caída del nazismo y una vez conocido el exterminio de judíos y las oscuras maquinaciones del régimen de Hitler, los conspiradores fueron considerados como héroes en la República Federal de Alemania.
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