Tal día como hoy 27 de julio del año 587 a.C. Jerusalén, capital del reino de Judá, y su templo son destruidos por los ejércitos babilonios bajo la dinastía caldea, con el consiguiente cautiverio que durará hasta el 538 a.C.
El asedio de Jerusalén tuvo lugar el año 587 antes de Cristo, como etapa final de los diez años de guerra entre el Imperio babilónico y el reino de Judá. En este evento fue sitiada, y finalmente conquistada, la ciudad de Jerusalén capital del reino judaíta, por tropas al mando del rey Nabucodonosor II durante el verano de 587 a.C.
Una vez tomada Jerusalén, fue destruida y con ella su templo, construido según la tradición por el rey Salomón, que era considerado el centro religioso del yahvismo. Este hecho se convirtió en un acontecimiento fundamental para el desarrollo posterior del judaísmo, conmemorado anualmente desde el siglo V a.C. por los cuatro ayunos mencionados en el libro de Zacarías, y para el cristianismo posterior.
Toda la historia de Israel, tal como aparece en los libros de la Biblia, está marcada por el asedio y caída de Jerusalén a manos de los caldeos, nombre usado por los judíos, para designar al pueblo de Babilonia.
El desarrollo del sitio aparece relatado en el Segundo Libro de los Reyes, el libro de Jeremías, el de Ezequiel y el de las Lamentaciones. Las crónicas babilónicas, en escritura cuneiforme, mencionan el hecho, como también algunos escritos administrativos.
El historiador judío del siglo I, Flavio Josefo, relata el asedio basándose en la Biblia y la obra, perdida, del sacerdote caldeo Beroso, quien escribió en griego en el siglo III a.C. Numerosas cartas halladas en la ciudad judaíta de Laquís, permiten contextualizar el período previo a la destrucción de la ciudad.
Después del asedio de 587 a.C., el rey babilónico Nabucodonosor confirmó a Sedecías como rey tributario de Judá, a la edad de veintiún años. Al poco tiempo, Sedecías se rebeló y selló una alianza con el faraón egipcio Jofrá. Nabucodonosor respondió con la invasión del reino de Judá y el asedio de Jerusalén en diciembre 589 a.C. Durante este sitio, cuya duración varió entre los 18 o 30 meses, "cada mal golpeo a la ciudad, la cual bebió la taza de la furia de Jahve".
En 586 a.C., el ejército de Nabucodonosor abrió una brecha en las murallas de Jerusalén, conquistando así la ciudad. Sedecías y sus seguidores intentaron huir pero fueron capturados en las llanuras de Jericó y llevados a Ribla. Allí, después de ver como ejecutaban a sus hijos, Sedequias fue cegado y llevado como prisionero, cargado de cadenas , a Babilonia, donde permaneció hasta su muerte.
Después de la caída de Jerusalén, el general babilónico Nebulizarán, hizo arrasar la ciudad, después de saquearla y destruir el templo de Salomón. La mayor parte de la élite de la ciudad fue deportada a Babilonia, pero varios pobladores, sobre todo aquellos que habían sido leales al imperio babilónico, como Jeremías, permanecieron en el país.
Habían comenzado los cincuenta años, del largo cautiverio en Babilonia, del pueblo de Israel
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