El incendio comenzó en el área mercantil de la ciudad, los vientos del verano lo avivaron y rápidamente llegaron las llamas a las estructuras de la ciudad imperial. El fuego continuó ardiendo incontrolado durante seis días y siete noches. Cuando finalmente expiró, el setenta por ciento de la ciudad había sido destruido.
Desde entonces, el acontecimiento se ha recordado tanto por su gran destrucción como por la supuesta reacción del emperador Nerón. Los fuegos en Roma no eran inusuales, especialmente en los meses de verano. El calor seco y sofocante provocaba a menudo incendios en los barrios bajos y densamente poblados de la ciudad.
Ahora recordada como una grandiosa ciudad de monumentos y edificios de mármol, es fácil olvidar que antes del incendio gran parte de Roma, desde los tugurios hasta el centro imperial, estaba construido con madera, un hecho que combinado con los vientos inusualmente fuertes permitió que las llamas se propagasen tan rápido.
Una de las fuentes principales sobre el suceso es la del del historiador romano Tácito. Fue testigo ocular siendo muy joven de “el fuego más terrible y destructivo que Roma había experimentado”. Su representación del fuego, en su gran obra “Los anales”, nos ha dado muchas pistas.
Él fue el que describió cómo Nerón tocó alegremente la lira mientras Roma ardía, no respondiendo de forma responsable a la destrucción que se desarrollaba en su ciudad. También describió a pandillas de matones que luchaban con gran violencia contra ciudadanos normales que estaban tratando de detener el fuego.
La descripción del fuego de Tácito es una de las fuentes que se toma para las teorías que afirman que fue el propio Nerón el que conspiró y el culpable del incendio. Aunque debe señalarse que nunca lo acusó explícitamente -esas acusaciones directas provienen de una generación posterior de historiadores romanos-.
Una de las zonas arquitectónicas más espectaculares del reinado de Nerón, la Domus Aurea, fue construida encima de las casas destruidas por el fuego. Aquellos que afirman que Nerón inició el incendio apuntan al hecho de que despejó el área de la ciudad que necesitaba para construir los hermosos pabellones y villas de la Domus Aurea.
Hoy en día, los historiadores de Roma dudan que Nerón conspirase para provocar el fuego. Apuntan a relatos que sostienen que, en lugar de jugar ociosamente con su lira, el emperador pasó la primera noche haciendo todo lo posible para organizar su contención.
También hay pruebas de que gran parte de la élite rica de Roma había comenzado a desaprobar el comportamiento cada vez más errático de Nerón, en particular su deseo de construir la Domus Aurea en el centro de la ciudad. Esta parte disgustada de la sociedad pudo haber esparcido rumores culpándolo del fuego para desacreditar al polémico emperador.
Aparte de la destrucción causada por el fuego de Roma, también se recuerda por los chivos expiatorios que Nerón buscó, en una nueva secta religiosa conocida como cristianos.
Las secuelas de aquel incendio se convirtieron en uno de los momentos más duros de la naciente religión cristiana. Como castigo por el fuego, el emperador instigó un período de crueldad despiadada a los seguidores de la religión, iniciando una ola de crucifixiones y mandándolos como alimento a los leones en los espectáculos de gladiadores.
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