viernes, 26 de julio de 2024

La caída de Maximilien Robespierre y el fin del "Terror"en Francia

 

Tal día como hoy, 27 de julio de 1794: se produce la  Caída de Robespierre, por la que se lleva a cabo el golpe de Estado contra el gobierno, conocido como el golpe del 9 de thermidor, que acabará con la etapa más radical de la Revolución francesa, denominada "el Terror."  

El 28 de julio de 1794, 10 de termidor del año II, según el calendario revolucionario, Maximilien Robespierre, medio moribundo después de haber recibido un tiro, era llevado a la guillotina. Tan sólo unas horas antes, era uno de los hombres más poderosos de Francia y ahora su cabeza caía ante un pueblo, que con su muerte veía el final de la época del Terror.

Ante una amenaza externa y otra interna, debido a las distintas revoluciones dentro del país en contra de las políticas parisinas, sobre todo en la zona oeste, se declara un estado de emergencia, donde se suspenden libertades individuales y donde es el jacobino Robespierre el que legitima esta situación, a través de distintas reformas sociales y con la guillotina, como mecanismo de contención.

Robespierre, abandonó su antigua oposición a la pena capital, insistió en que la República francesa tenía la obligación, de acabar con la vida de quien había usurpado, la libertad colectiva del pueblo francés. 

Su actuación adoptó principalmente la forma, de lo que conocemos como Terror, el período de intimidación y castigo de disidentes internos, mediante el uso de numerosos canales de violencia de Estado", en una época en la que se "ajusticiaban" a unas 40 personas al día, sólo en París y unos años en los que se calcula que en Francia se asesinó a 17.000 personas, "contrarias a su revolución".

Robespierre,que había empezado en 1789, como diputado de los Estados Generales por la provincia de Artois, era uno de los políticos como mejor reputación y con una gran oratoria. Es sus mejores momentos, era capaz de hechizar a los oyentes permitiéndoles vislumbrar, un mundo mejor y más justo. Cuando se soltaba, su retórica poseía un poder hipnotizante y casi mágico, que ningún otro político podía igualar.

Pero sus palabras, empiezan a tener demasiado poder y las élites políticas temen por su vida, ya que el jacobino no respeta ni a los suyos, a la hora de impartir justicia. Los carros del verdugo mezclan clases sociales con promiscuidad, e incluyen por igual a partidarios y detractores de la Revolución. 

Muchas víctimas gritan desde el cadalso: "¡Viva la República!", lo que suscita muchas duda,s de lo que está ocurriendo. Robespierre defendió y justificó las masacres, por considerarlas expresión de la voluntad popular.

Su poder, empezó a ser considerado como "dictatorial" y mucho le tildaron de tirano. Aprobó leyes que decretaban la pena de muerte, en casos de acaparamiento, creó una milicia popular, que registraba los campos cercanos a Paris y obligaba a ganaderos y agricultores, a llevar sus productos al mercado a precios muy bajos y le dio autoridad, para requisar propiedades y mano de obra.

También legisló contra de la libertad de prensa, las libertades escénicas, contra la participación de la mujer en la vida pública, prohibiendo, por ejemplo, la Sociedad de Republicana Revolucionarias... Y muchos empezaron a conspirar y, sobre todo, a temer.

Dos días antes de su muerte, cuando pronuncia un discurso en que anuncia que iba a denunciar a nuevos traidores, algunos de ellos diputados de la Convención Nacional "no parece haber marcha atrás". Al día siguiente, cuando intenta volver a hablar, los gritos del resto de la cámara se lo impiden. Desde sus escaños, los representantes del pueblo veían cómo se iba transformando, el rostro de Robespierre durante la sesión.

Había intentado, mediante toda clase de súplicas y hasta con amenazas, que lo escuchasen; pero todo había sido en vano. Tan en vano que al final de aquella sesión, él y sus seguidores fueron detenidos.

La noticia corrió como la pólvora y la Comuna se declaró insurrecta y acudió a liberarlo. Lo escondieron en el ayuntamiento, pero a las pocas horas fueron sorprendidos y se produjo un tiroteo en el que el "incorruptible" recibió un disparo en la mejilla. Herido y conmocionado, fue llevado a las dependencias del tribunal popular y condenado a la guillotina. ¡El lugar señalado para él y para sus cómplices es la Place de la Révolution!", aseguró Jacques-Alexis Thuriot, uno de sus mayores oponentes.

Y allí le llevaron juntos a 21 de sus seguidores y ante la mirada del pueblo francés, le cortaron la cabeza. Los parisinos no ofrecieron resistencia ni mostraron hostilidad, ante las ejecuciones en masa de sus representantes electos, que se llevaron a cabo tras la journée del 9 de termidor.

Ni siquiera el alarido final de Robespierre, impidió que el descomunal gentío que acudió a ver su ejecución el 28 de julio regresase satisfecho a sus hogares. En toda la ciudad, imperaba un humor festivo y optimista".

 


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