miércoles, 11 de septiembre de 2024

La Batalla de Muret, fin del sueño del gran reino de Aragón

 

Tal día como hoy, 12 de septiembre de 1213, se inició la Batalla de Muret, por el dominio de los estados vasallos aragoneses en el sur de Francia, en la que murió el rey Pedro II.

Pedro II el Católico fue rey de la Corona de Aragón entre los años 1196 y 1213. Fue un rey que recibió del mismo papa, su apelativo de "Católico" tras su viaje a Roma, pero que sin embargo acabó muriendo bajo las espadas de los soldados cruzados, que la Santa Sede había mandado.

Pasó de ser nombrado “el Católico” y de ser coronado en 1204 por el papa, a ser excomulgado. A partir de él y por concesión de la Santa Sede en bula, antes de ser excomulgado y enemistarse con la Iglesia, los monarcas aragoneses debían ser coronados en la Seo de Zaragoza, por el arzobispo de Tarragona después de requerir, la corona al Papa.

Pedro II tuvo un gran sueño, el de una Gran Corona de Aragón, fuerte a ambos lados de los Pirineos, desde el Ebro hasta el Ródano; sueño heredado de la casa condal de Barcelona, desde el siglo XI. Para ello se valió de una compleja red de alianzas en el sur de Francia. Mediante políticas matrimoniales, territorios heredados y vasallajes obtenidos a cambio de concesiones, se hizo con el control de gran parte de Occitania.

Sin embargo, la monarquía francesa de los Capetos, tenía apetencias en la zona, donde quería afianzar su poder. Estaban esperando la ocasión propicia, para iniciar campañas militares en el lugar.

En 1212 Pedro II participó, junto a Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra, en la Batalla de Las Navas de Tolosa, que cambió el rumbo de la historia de la reconquista. Este fue un éxito sonado en toda la cristiandad. Tras esta derrota, en muy pocos años, solamente quedará de Al-Andalus, el reino nazarí de Granada.

Mientras tanto, en Francia, la ocasión que esperaban los Capetos, estaba a punto de llegar. En la Occitania, se había extendido como la pólvora la herejía de los cátaros, que recibió el apoyo de algunos nobles del territorio, hasta el punto que llegaron a existir iglesias cátaras, totalmente independientes y que se organizaban de manera paralela, a la Iglesia de Roma, lo cual constituía una seria amenaza para el papado.

En 1208 cuando el clima de tensión llegó al máximo, el papa Inocencio III, excomulgó al conde de Tolouse, cuñado de Pedro II, y promulgó una cruzada contra los cátaros. Soldados franceses, liderados por Simón de Monfort, acudieron rápidamente a la llamada de cruzada del papa, comenzando una serie de asaltos, de ciudades y señoríos y produciéndose una persecución y quema de cátaros, por parte de la Inquisición.

Pedro II, como rey católico y como protector de sus vasallos occitanos, intercedió entre el papado y sus súbditos proclives al catarismo, aprovechando que, tras su participación en la batalla de Las Navas de Tolosa, su prestigio se había engrandecido. 

Pedro II lo intentó todo, llegó a concertar un matrimonio entre su hijo y único heredero, el futuro Jaime I el Conquistador, y la hija de Monfort, entregándole a este como garantía.

Pero todo fue inútil, pues se reanudaron las hostilidades y a pesar de que era católico y de que su hijo, estaba en las manos de Monfort, no podía abandonar sus obligaciones con sus vasallos occitanos, ni permitir que Francia, se hiciera con el dominio de la zona.

Finalmente, en 1213 murió en la Batalla de Muret, enfrentándose a los cruzados de Simón de Monfort, que tenía el apoyo de los reyes de Francia y del papa.

Tras su derrota, el sueño de una Corona de Aragón más allá de los Pirineos se esfumó, pero sería su hijo Jaime I "el Conquistador" quien continuaría la expansión, esta vez hacia el sur, anexionándose las islas Baleares y el reino de Valencia.


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