Monturiol fue un ingeniero, intelectual y político español, inventor del primer submarino tripulado, que medía 7 metros de eslora -longitud-, 2,5 de manga – anchura - y 3,5 de calado, cuya finalidad inicial era facilitar la pesca de coral.
El nombre “Ictíneo” fue la suma de las palabras griegas ichtus - pez - y naus – barco-, pues según él, se trataba de un “barco-pez” al tener su misma forma: propulsión en la cola; aletas para la dirección; vejigas natatorias y lastre para equilibrarlo en el agua.
Estaba construido principalmente en madera con dos cascos, uno interior esférico con capacidad de 7 m3, y otro exterior que tenía la forma de pez, estando equipado con una serie de herramientas para la pesca del coral, pues éste era su objetivo principal.
La idea de su construcción le vino cuando por causa políticas, se hallaba escondido en Cadaqués, donde se ganaba la vida como pintor y observó la muerte de un recolector de coral, proponiéndose entonces fabricar un barco capaz de sumergirse y poder recogerlo sin riesgos.
Ya en Barcelona, en septiembre de 1857, organizó con algunos amigos, la primera sociedad comercial de España dedicada a la explotación de la navegación submarina llamada “Monturiol, Font, Altadill y Cía.” con un capital de 10.000 pesetas.
Al año siguiente 1858, una vez conseguidos los primeros fondos, presentó su proyecto e hizo su presentación pública el 23 de septiembre, navegando completamente sumergido más de dos horas a una profundidad de 20 metros, y volviendo a la superficie.
Se tuvo que probar en las aguas tranquilas del puerto de Barcelona, ya que iba propulsado por la fuerza de dos personas, que no alcanzaban la potencia necesaria para contrarrestar la fuerza de las corrientes marinas.
El 7 de marzo de 1861, con presencia de autoridades de Marina se realizó en Alicante la prueba oficial, hablándose de una ayuda al proyecto que nunca llegó y, por ello Monturiol se dirigió por carta a la ciudadanía, animando una suscripción nacional y consiguiendo 300.000 pesetas, para desarrollar el “Ictíneo II.”
Este nuevo submarino estaba dotado de un motor de propulsión sin aire, pero a pesar de su éxito, en 1867 la compañía quebró y, falto de apoyo, Monturiol decidió desmantelar la nave y abandonar el proyecto.
El Ictíneo fue el primer submarino con finalidades no bélicas y el pueblo y el gobierno español - como poco más tarde haría con Isaac Peral - hizo una vez más triste realidad, la desgraciada frase de Miguel de Unamuno: “Que inventen ellos...”
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