Tal día como hoy 8 de
septiembre de 1888, Isaac Peral bota el primer submarino operativo
del mundo
Peral fue un marino,
militar y científico español, que inventó el torpedero submarino
conocido como “el Submarino de Peral”.
En 1885 informó a sus
superiores que había resuelto el problema de la navegación
submarina, al realizar un buque sumergible para defensa de las costas
y trasladado el proyecto al ministro de Marina, este lo recibió con
entusiasmo, aunque los sucesivos ministros demostraron indiferencia e
incluso hostilidad hacia él.
El casco del sumergible
era de acero, con tanques de estabilización y bombas que achicaban
el agua y un tubo lanzatorpedos a proa que se cargaba desde el
interior, cosa que no volvería a verse hasta los submarinos
norteamericanos de la Primera Guerra Mundial.
Con el apoyo de la reina
María Cristina, el submarino con una profundidad de inmersión de 30
metros y una autonomía de 511 kilómetros, fue botado el 8 de septiembre de
1888 con éxito total, pese a lo cual las autoridades de Marina desecharon el
invento e iniciaron una campaña de desprestigio contra el inventor,
que solicitó su baja en la Marina.
En noviembre de 1913 se
ordenó su desguace - que por suerte no llegó a realizarse - y el
submarino quedó en el Arsenal de Cádiz, hasta 1929, en que fue
trasladado a Cartagena para su restauración
Isaac Peral adquirió
para su buque la última tecnología de su época más su propia
inventiva, siendo su mayor logro el “aparato de profundidades”
que permitía que el sumergible bajase a la profundidad deseada de
forma automática, ingenio que varios países le ofrecieron comprar
aunque Peral siempre se negó a ello pues – según decía
-“pertenecía a todos los españoles”.
Un purificador de aire,
permitía que su tripulación de 12 hombres pudiese respirar más de
50 horas, contando en su torre con visión indirecta mediante un
prisma, que proyectaba el exterior sobre una mesa para calcular así
el disparo de los torpedos.
Por último, el submarino
disponía de “jardín”, como en la Armada se denomina al retrete
- cosa impensable en la época - y tras su abandono, sus baterías
fueron continuadas por el ingeniero belga Tudor, siendo estas las que
a la postre hicieron navegar a los submarinos en el mundo.
Tal como ya es
tradicional en nuestra tierra para genios y precursores, Isaac Peral murió
criticado, amargado y desprestigiado.
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