Tal día como hoy 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera, suspende la Constitución de 1876, disuelve el Parlamento e instaura una dictadura.
Sus antecedentes hay que situarlos, en el sistema político de la Restauración, en el que los partidos mayoritarios se iban turnando en el poder de manera pacífica y pactada, pese a que el sistema mostraba signos de desgaste y se inestabilizaba la situación, lo cual hacia que aumentase en el país “el ruido de sables.”
La postura neutral de España durante la Primera Guerra Mundial, entre 1914 a1918, y su no participación en la misma, propició cierta expansión de la economía, ya que se convirtió en un importante suministrador, de toda clase de productos industriales y agrarios, a los beligerantes.
Sin embargo, el aumento de la demanda, aunque estimuló el crecimiento, provocó al mismo tiempo una subida de los precios y, por tanto, aunque se benefició sobretodo, la industria catalana y vasca y la minería asturiana, acentuó por otro lado la situación de pobreza de las clases populares, produciéndose un aumento considerable de la conflictividad social.
Los sindicatos obreros conocieron un enorme crecimiento, sobretodo el anarquista CNT, que pasó de 15.000 a 700.000 afiliados en pocos años, mientras la miseria del campesinado andaluz y los deseos de cambio social - reflejo de la revolución soviética - provocaron numerosas revueltas de estos, en las que se quemaron cosechas, se ocuparon tierras y se repartieron propiedades.
En Barcelona, la conflictividad social también se acentuó y la patronal contó con el apoyo del gobierno para ejercer la represión sindicalista, dando lugar a que estos años sean conocidos como la “época del pistolerismo”, con más de 800 atentados en los que murieron empresarios y políticos, así como los principales líderes de los movimientos obreros
La política de intervención en Marruecos, dio lugar a enfrentamientos entre el ejército y los rifeños, destacando el ataque al enclave español de Annual, en el que murieron unos 13.000 soldados españoles, desastre que provocó una fuerte desestabilización política.
El Congreso, nombró una comisión la investigación de la catástrofe y en su informe - el “Expediente Picasso” - que contó con el rechazo del ejército, pues responsabilizaba a los principales mandos militares e incluso al rey Alfonso XIII, por lo que el 13 de septiembre, días antes de la fecha de su discusión en Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de estado, exigiendo la disolución del gobierno y la entrega del poder a los militares, a lo que el rey accedió.
Primo de Rivera, justificó el golpe alegando un gran riesgo de revolución social y se presentó como el remedio necesario para impulsar una regeneración del país, anunciando terminar con el caciquismo y la corrupción política, así como la indisciplina social y las amenazas a la unidad nacional, aunque su acción evitó la democratización del sistema político.
La dictadura se mantuvo hasta 1931 y su caída, terminó arrastrando al rey Alfonso XIII, debido a su actitud permisiva ante su establecimiento y, lo imposibilitó para liderar un proceso de transición política, que permitiese el regreso a un sistema constitucional.
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