Tal día como hoy 5 de junio de 1963, dimite el ministro de defensa británico John Profumo como consecuencia de su relación con la joven Christine Keeler, de 19 años, quien a su vez mantiene estrechas relaciones con el agregado militar soviético, lo que es visto como un peligro para la seguridad nacional.
Eran principios de los 60 y el mundo se dividía entre el bloque occidental y el comunista y de forma soterrada existía una guerra, en la que los diplomáticos eran "espía". La información era crucial para acabar con el enemigo y cualquier debilidad moral, representaba un peligro para la seguridad nacional o así se entendía.
La cabaretera Christine Keeler, nacida en 1942 , pasó por una trayectoria llena de obstáculos. Criada en el seno de una familia desestructurada y su casa, eran dos vagones de tren abandonados.
Camarera, asistenta... la precariedad laboral golpeó a Christine Keeler, con un futuro -y un presente- al borde del precipicio y así se lanzó al abismo del Soho, barrio prohibido en términos morales de la época y aunque a las chicas que trabajaban en este lugar se les conocía con el nombre de "modelos", su actividad distaba mucho de eso y con 15 años, explotada sexualmente, quedó embarazada y perdió el niño a los pocos días.
Stephen Ward era un conocido osteópata británico que ocultaba bajo su oficio, una actividad encubierta: la de organizador de fiestas sexuales, en las que las drogas jugaban un papel fundamental.
Ward recorría habitualmente el barrio del Soho en busca de chicas jóvenes que participasen en sus eventos y enseguida se fijó en una de 16 años que trabajaba como cabaretera, desnudando su cuerpo ante babosos de la peor calaña. Era Christine Keeler.
Christine, a los 18 años, no tardó en convertirse en una de las chicas más requeridas por los clientes y Stephen Ward le pidió que se acercase a dos figuras relevantes de aquellos actos: el ministro de Defensa británico John Profumo y el agregado naval de la Embajada soviética en Londres, Yevgeny Eugene Ivanov.
El escándalo estalló en 1963 bajo el nombre del “caso Profumo” que involucraban a los protagonistas de aquel triángulo: Keeler-Profumo-Ivanov. La moralidad imperante no aceptaba que el ministro de Defensa participase en orgías con drogas y alcohol; pero era todavía más inaceptable que compartiese mujer con el delegado soviético.
El resultado fue catastrófico para el Gobierno de Harold Macmillan y el partido conservador sufrió el mayor de los desprestigios: aquellos que estaban llamados a actuar contra los soviéticos flirteaban con las mismas mujeres que el enemigo y a Profumo no le quedó otra salida que dimitir.
La presión mediática, social y política desbordó a los protagonistas. El osteópata Stephen Ward terminó suicidándose. El delegado soviético Ivanov prosiguió con su carrera diplomática. Y el ministro Profumo, en el destierro político, trabajó para diferentes organizaciones caritativas, por lo que terminaría obteniendo reconocimientos públicos.
Christine Keeler, tuvo dos hijos de dos relaciones distintas y pasó por diferentes platós televisivos, pero su vida siempre quedó marcada por el caso Profumo, hasta que afectada por una enfermedad pulmonar, murió en el hospital universitario Princess Royal de Farnborough.
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