Tal día como hoy 13 de abril de 1936, es asesinado en Madrid el magistrado del Tribunal Supremo Manuel Pedregal.
Es sabido que miembros de la Junta Política de Falange Española de las JONS, y entre ellos su presidente, José Antonio Primo de Rivera, fueron detenidos el día 14 de marzo de 1936, como consecuencia de los desórdenes atribuidos a la Falange, al igual que a otras fuerzas de derechas, a raíz de las elecciones de febrero, que dieron el triunfo al Frente Popular.
Primo de Rivera fue juzgado el 28 de mayo por tres delitos de los que se le acusaba: de asociación ilícita, publicación clandestina e injurias al director general de Seguridad, de quien había escrito que había roto los precintos de la puerta de la sede de Falange "con los cuernos".
Fue condenado, por cada uno de los dos últimos delitos, a dos meses y un día de arresto. En cuanto al de asociación ilícita, fue absuelto, pues "no aparece suficientemente probado que la Falange Española de las JONS, inscrita en el Registro de Asociaciones Políticas, pretenda encubrir actividades clandestinas de subversión del orden constitucional". En consecuencia, declara no haber lugar a la disolución de la asociación Falange Española, como se pide por el ministerio público.
Pero las acciones llevadas a cabo por Falange, algunas probadas, no admitían duda: asesinato de la socialista Juanita Rico, del comunista Francisco Díaz Muiña, del magistrado Manuel Pedregal, del inspector de policía Manuel Gisbert y del teniente Castillo; desórdenes públicos, incendios, daños, asaltos a casas del pueblo y apologías de la violencia y del terrorismo...
Los tribunales condenaron, en algunos casos, a los ejecutores y precisamente como respuesta a estas condenas, la Falange ordenó eliminar al magistrado del Tribunal Supremo y ponente de la sentencia, Manuel Pedregal, lo que llevó a cabo el día 13 de abril.
Pero la justicia republicana, hizo que las cosas tomasen otro rumbo. Mientras José Antonio está cumpliendo, en Alicante, las condenas impuestas, el Tribunal Supremo, designa juez especial para la represión de los delitos de terrorismo, en todo el territorio nacional, a Federico Enjuto Ferrán, quien abre un nuevo sumario, en donde se incluye una Relación de atentados cometidos por elementos de Falange Española desde el 16 de febrero, remitida al juez Enjuto, a requerimiento de éste, por la División de Investigación, relación ordenada y en la que no hay ningún día. sin una acción violenta.
El fiscal acusó a Falange y a su jefe Primo de Rivera, de que, además de las actividades lícitas que constan en los estatutos aprobados en su día, realizaba otras de carácter ilegal, encubría acciones violentas o las organizaba, utilizando para ello en ocasiones a militantes y en otras a personas contratadas mediante precio.
En el sumario consta la declaración prestada por Primo de Rivera, quien, preguntado si reprueba los asesinatos cometidos por Falange, responde, entre otras cosas, que "no considera airoso desautorizarlos".
Aquel juez, formado en las sutilezas jurídicas, no entendía que pudiera haber una Falange sumergida, dedicada a cometer acciones violentas, y otra Falange legalizada, que había llegado a ocupar escaños en las Cortes de la República, cuando era notorio que una y otra, obedecían a una misma estrategia, y tenían por jefe a José Antonio Primo de Rivera, que pronunciaba discursos impecables en un lenguaje orteguiano y hablaba a sus seguidores en un estilo ardiente y combativo, de la poesía que mueve a los pueblos y de la dialéctica de los puños y de las pistolas.
Los escritores falangistas apenas hablan de ello. Silencian los hechos en que algunos participaron. Y cuando hablan, se pronuncian contra un poder judicial que quiso aplicarles la ley, a ellos, que estaban, como hubieran dicho Marx o Hegel, "fabricando la historia".
Hoy día cuando, después de cada asesinato, se escuchan voces, que llaman al rearme moral de los ciudadanos, a mantener el espíritu unido frente a los que aprietan los gatillos y a los que, sin ensuciarse las manos, los apoyan y justifican, es útil repasar la historia, que es, como dijo Cicerón, "testigo de los tiempos y maestra de la vida".
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