Tal día como hoy, 25 de marzo de 818 en Córdoba -España-, los pobladores del arrabal de Saqunda, se sublevan contra el emir Alhakén I.
Este arrabal, estaba compuesto por un importante enclave urbano, donde el propio emir Hixem I, fundó una almunia,- una finca de recreo-, y además mezquitas, cementerios, baños y otros centros asistenciales. Por lo tanto, se trataba de una zona muy extensa y muy poblada
A Hixem I le sucedió su hijo Alhakem I en el año 796, que fomentó la construcción de mezquitas, jardines o cementerios, favoreciendo la islamización del país y el dominio y control sobre el territorio. Sin embargo, gobernó con mano dura.
Según las crónicas, que hacen referencia a este emir, algunos sectores del pueblo lo describen como déspota, violento, poco conciliador, poco flexible, autoritario, impulsivo e injusto. Se preocupaba de todos los asuntos, fueran importantes o no, y no se fiaba de nadie, aunque fueran hombres de su confianza.
En el año 805, tuvo lugar una conjura, de algunos notables cordobeses, que conspiraron contra el emir, para expulsarlo del trono. Alhakem I mandó matarlos y tras ello, expuso sus cadáveres públicamente. Se estima que murieron, unas setenta y dos personas.
Las revueltas no terminaron ahí, pues el 25 de marzo de 818, el arrabal de Saqunda, que por aquel entonces rondaría los 25.000 habitantes, y cuya población estaría formada por cordobeses de clase social baja, posiblemente mozárabes, artesanos, comerciantes y trabajadores del gobierno, se sublevó contra el emir por la subida indiscriminada de impuestos; principalmente sobre el trigo.
Los sublevados, fueron perseguidos por el ejército del emir, incluso en el interior de sus casas, que fueron saqueadas y quemadas; muchos de ellos murieron en el combate y otros tantos, fueron capturados para después darles muerte, ante su Alcázar. La represión duró tres días seguidos, aunque se respetaron a las mujeres y los menores de edad.
Los que sobrevivieron a los enfrentamientos, fueron obligados a salir de al-Andalus, en un plazo de cuatro días, y todas sus pertenencias y mercaderías, fueron llevadas a palacio. El emir redactó un edicto, para que ningún gobernador en su territorio, les diese cobijo, explicando que habían atentado, contra su persona.
El arrabal de Saqunda, quedó arrasado por completo y se convirtió, en campo de cultivo. El emir ordenó, a modo de testamento a sus hijos y descendientes, que nadie jamás volviera a habitar esta zona. Dicho mandato, fue cumplido totalmente y durante varios siglos, su tierra tan solo se dedicó, a cultivos hortícolas.
No será hasta 1236, con la conquista cristiana de la ciudad en que, de nuevo, volverá a ser repoblado poco a poco, dando lugar al barrio que hoy se conoce, como Campo de la Verdad.
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