viernes, 21 de noviembre de 2025

La bula "Pastoralis praeeminentiae", que disolvió la Orden del Temple

Tal día como hoy, 22 de noviembre de 1307: El Papa Clemente V emite la bula papal ‘Pastoralis praeeminentiae’, que instruyó a todos los monarcas cristianos en Europa, para arrestar a los Templarios presentes en su territorio y confiscar sus bienes.

En noviembre de 1307, resonó a través de Europa la Bula Papal “Pastoralis Praeeminentiae”, un edicto que marcó el comienzo del fin, para la enigmática Orden de los Templarios. Emitida por el Papa Clemente V, esta bula ordenó a los monarcas cristianos arrestar a los Caballeros Templarios y confiscar sus bienes, desencadenando una persecución sin precedentes.

La Bula, fue un instrumento de poder eclesiástico, que llevó a la disolución de la Orden del Temple. El preludio de esta trágica historia, se tejía en las grandes deudas que Felipe IV de Francia, mantenía con los templarios, quienes, como banqueros reales, habían acumulado mucho poder y riqueza. El 13 de octubre de 1307, Felipe IV actuó, iniciando los  arrestos, que culminaron en la emisión de la mencionada bula, por el Papa Clemente V.

La acusación de herejía, que pesaba sobre los templarios, carecía de pruebas contundentes. Sin embargo, la codicia de Felipe IV por las posesiones de la orden, impulsó la persecución, llevando a la abolición de la Orden de los Templarios. Se les imputaron cargos de herejía, prácticas paganas, abandono de la fe cristiana y sodomía, durante el proceso de detención y juicio.

La Bula “Pastoralis Praeeminentiae”, desencadenó una persecución despiadada, que llevó a la detención y quema de numerosos templarios. Este acto marcó el fin de una orden, que había perdurado por más de dos siglos, poniendo fin a su gran  influencia militar y financiera, en la Europa medieval.

La fecha crítica, fue el 22 de noviembre de 1307, que se convirtió en un hito en la historia de los templarios. Este día simboliza el comienzo de su caída, un punto de inflexión que dejó una marca indeleble, en la historia medieval europea.

Después de los arrestos, comenzó un período de juicios contra los templarios, en las que se usó la tortura, para inducir las confesiones. Algunos incluso confesaron sin tortura, por miedo a ella. La amenaza fue suficiente. 

Tal fue el caso, del mismo gran maestre, Jacques de Molay, que luego admitió haber mentido, para salvar la vida. Solo en París, 36 de ellos murieron debido a los suplicios. El 10 de mayo de 1310, fueron quemados otros 54, y 4 más ocho días después. En esos años, muchos más morirían en prisión.

En la península ibérica, los caballeros fueron presos y juzgados. Castilla y Portugal lo hicieron conjuntamente, en un Concilio en Salamanca, en 1310, en Aragón en otro concilio en Tarragona, dos años después, y en ambos, resultaron absueltos y liberados, pero sus bienes pasaron a la corona de Aragón, en el este peninsular, a Castilla en el centro y norte, a Portugal en el oeste y a los Hospitalarios. 

Tanto en Aragón como en Castilla, hubo varias órdenes militares, creadas con anterioridad, que tomaron el relevo de la Orden disuelta, como las Órdenes de los Fratres de Cáceres, de Santiago, de Montesa, de Calatrava o la de Álcantara, a las que se concedió la custodia, de los bienes requisados. En Portugal, el rey Dionisio I les restituye en 1317 como Militia Christi, o Caballeros de Cristo, asegurando así, sus pertenencias en este país. 

La Bula “Pastoralis Praeeminentiae” y sus consecuencias, han legado un aura de misterio y tragedia a la Orden del Temple. A lo largo de los siglos, la persecución de los templarios, ha sido objeto, de diversas interpretaciones y teorías, contribuyendo a su enigmática reputación, en la historia. 

La sombra de esta trágica historia, perdura generando interrogantes, sobre la verdadera naturaleza, de los eventos que llevaron al declive de una orden, que una vez fue tan poderosa e influyente.

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