Tal día como hoy, 21 febrero de 1924, Miguel de Unamuno rector en la universidad de Salamanca, es destituido de su cargo por la dictadura de Primo de Rivera y desterrado a la isla de Fuerteventura donde pasó cuatro meses.
Nacido en Bilbao en 1864, fue hijo de un comerciante que falleció prematuramente, ocasionando que su familia subsistiese a duras penas cuando Unamuno tan solo tenía seis años.
Unamuno partió a Madrid en 1880 para comenzar la carrera de Filosofía y Letras, impulsada por un profesor en bachillerato que tenía como lectura obligatoria a Balmes y a Donoso Cortés, autores que no saciaban la sed de curiosidad de Unamuno, y que provocaron que se hundiera entre las páginas de autores como Kant, Descartes, Hegel y Newton, entre otros, despertando así la vocación como literato y pensador.
El 13 de septiembre de 1923 el General Primo de Rivera dio un golpe de Estado que pretendía sacar a España del caos en el que se veía inmersa debido a la política y a la guerra de África. Una de las primeras medidas que se llevó a cabo fue terminar con la libertad de expresión y con las publicaciones expresadas por la prensa, estando las noticias bajo el control del Gobierno.
Por ello, los artículos y críticas que Miguel de Unamuno publicó durante esos años en contra el Rey y la dictadura militar de Primo de Rivera, trajeron como consecuencia que el 20 de febrero de 1924 se declare al escritor como desterrado y cesado en los cargos de vicerrector y decano que ocupaba, en la Universidad de Salamanca.
Estudiantes, periodistas y algunos políticos protestaron a favor de Unamuno, e incluso esas protestas se extendieron por todo el país, por todo el continente europeo e incluso, por Hispanoamérica. Unamuno se convirtió en una especie de figura europea, siendo despedido entre aplausos y vítores de la estación de tren en su camino a Madrid.
El 10 de marzo de 1924 llegó a Fuerteventura con escaso equipaje, en el que portaba tan solo tres libros. La elección de por qué esta isla fue el destino elegido, fue impulsada porque se trataba de uno de los lugares más arrinconados y alejados de todo el país, hasta el punto en el que las noticias llegaban entre, 8, 10 e incluso en algunos casos 15 días más tarde.
Durante los primeros días, Unamuno reflejó esta opinión en sus primeros artículos escritos en la isla, describiéndola como “Esta infortunada, donde entre la apacible calma del cielo y del mar escribo este comentario, mide en lo más largo, de punta Norte a punta Sur, cien kilómetros, y en lo más ancho, veinticinco. En su extremo Suroeste forma una península casi deshabitada, por donde vagan, entre soledades desnudas y solitarias de la mísera tierra, algunos pastores.”
Unamuno vivió durante cuatro largos meses en esta isla, y su estancia fue considerada como un fracaso del Gobierno, pues el escritor no estaba dispuesto a que el Dictador y los partidos extremistas le quitaran lo que más tarde se consideró como una fuerte aventura quijotesca.
Unamuno pasó sus primeros días junto a Rodrigo Soriano, su compañero de destierro, en una pensión llamada Hotel Fuerteventura, una humilde casa ubicada entre la cárcel y la iglesia. Pero fue con Ramón Castañeyra, un comerciante autodidacta, que había formado su pequeña biblioteca privada y recibía los periódicos de Las Palmas y de Madrid, con quién Unamuno tuvo un mayor trato y amistad.
El escritor era descrito como una persona agresiva, con un genio temible y en ocasiones con una soberbia más grande que una casa, esto se puede ver reflejado en una de sus frases más conocidas, dicha por el dueño del Hotel Fuerteventura que le fue a llamar la atención respondiendo a las quejas de los vecinos por bañarse desnudo en la azotea del hotel: “Yo no los miro, que no me miren ellos a mí.” Se le describe como un hombre “serio, grave, solemne, igual que un señor de Oriente.”
El escritor abandonó su estancia en la isla en julio de 1924, y nunca más volvió a ella. Esto pudo dar pie al hecho de que Fuerteventura no forme parte de las ciudades que más marcaron a Miguel de Unamuno a lo largo de su vida, ya que, sólo vivió alli durante cuatro meses.
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