Tal día como hoy 9 de febrero de 1937 tiene lugar el bombardeo de las tropas franquistas contra los que huían por la carretera desde Málaga hasta Almería, iniciado el día anterior.
Durante la II República, Málaga se había caracterizado por la fuerza del movimiento obrero, en especial de la CNT y del Partido Comunista de España, que en las elecciones de febrero de 1936 había conseguido el primer diputado de su historia por esta provincia, lo que llevó a que durante esta época Málaga fuera denominada Málaga la Roja. Durante estos años se produjeron varios hechos violentos debidos a la polarización social, entre los que destaca la quema de conventos y la constante violencia política.
Tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 contra la República, la ciudad de Málaga y gran parte de su provincia quedaron bajo control republicano debido a la acción de las milicias obreras que consiguieron sofocar el golpe. Durante los primeros meses de guerra, Málaga estuvo prácticamente aislada del resto del territorio de la República ya que la única vía terrestre que la enlazaba, era la carretera de Almería, la cual era vulnerable al bombardeo marítimo y dificultaba el envío de soldados y provisiones a la provincia.
El 17 de enero de 1937 el general Queipo de Llano lanzó una primera ofensiva sobre la provincia de Málaga, ocupando Marbella por el oeste y, desde Granada, tomaron Alhama y los territorios cercanos. Sin embargo, las autoridades republicanas no creyeron que estos movimientos iniciaran una campaña general en el sur y no fueron enviados refuerzos.
En el norte de la provincia, los camisas negras italianos reunieron a nueve batallones, unos 10 000 hombres. Por su parte, la República contaba en Málaga con 12 000 milicianos, pero tan solo 8000 fusiles y pocas municiones y artillería.
El 3 de febrero comenzó el ataque definitivo contra Málaga desde Ronda, encontrando los franquistas una fuerte resistencia. En Málaga cundió el pánico entre los defensores y los civiles por el miedo a quedar aislados. El 6 de febrero los italianos tomaron las cumbres de Ventas de Zafarraya, desde donde dominaban cualquier retirada por la carretera de Almería. Ese mismo día se ordenaba la evacuación de Málaga y, al día siguiente, las tropas italianas entraban en los suburbios. El día 8 toda la capital estaba en poder del Ejército sublevado.
Ante los primeros movimientos franquistas hacia Málaga, en la capital cundió el pánico por miedo a la represión, por lo que muchos civiles y milicianos optaron por huir por la carretera de Almería. Esta no había sido cortada, si bien estaba a merced de los bombardeos desde tierra, mar y aire.
Se calcula que fueron decenas de miles los que intentaron huir, aunque el camino era extremadamente difícil tanto por los bombardeos como por el hecho de que la carretera se encontraba en pésimas condiciones a la altura de Motril.
Participaron en el bombardeo, además de la fuerza aérea franquista, los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera, así como los tanques y la artillería rebeldes. La escuadrilla aérea España, fiel a la República, trató de defender a los huidos con poco éxito. La mayoría de pueblos en el camino hacia Almería no ayudaron a los fugitivos ante el miedo a las represalias posteriores por parte de los sublevados, que continuaban avanzando.
En el caso de Lagos, en el término municipal de Vélez-Málaga, un conjunto de casas frente al mar fue donde algunos supervivientes ubicaron los primeros bombardeos de barcos y aviación contra la población inocente que huía por la carretera.
Durante este suceso, se produjo la intervención del doctor Norman Bethune, que se desplazó desde Valencia hacia Málaga con su unidad de transfusión de sangre para socorrer a la población civil que estaba siendo masacrada y expresó de esta forma lo que veia..
“La carretera seguía llena de refugiados, y cuanto más avanzábamos peor era su situación. Algunos tenían zapatos de goma, pero la mayoría llevaba los pies vendados con harapos, muchos iban descalzos y casi todos sangraban. Decidimos subir a los niños al camión, y al instante nos convertimos en el centro de atención de una muchedumbre enloquecida que gritaba, rogaba y suplicaba ante tan milagrosa aparición. La escena era sobrecogedora: las mujeres vociferaban mientras sostenían en alto a los bebés desnudos, suplicando, gritando y sollozando de gratitud o decepción.”
Los cálculos sobre la cantidad de huidos de Málaga son confusos y difíciles. Se calcula que fueron entre 15 000 y 150 000. La acción del ejército franquista sobre los huidos por la carretera de Almería provocó entre 3000 y 5000 muertos, la mayoría civiles. Norman Bethune calculó que los desplazados serían unos 40 000 y que los muertos estarían en torno a los 3000.
Igualmente, la represión sobre aquellos que habían permanecido en la ciudad fue la más brutal desde la masacre de Badajoz, en agosto de 1936. El historiador Hugh Thomas calcula en unos 8000 el número de fusilados y enterrados en fosas comunes como las del cementerio de San Rafael, de los que ya se ha obtenido el nombre de 6100.
Miguel Ángel Melero, profesor de la Universidad de Málaga, reconoce que sobre aquella huida aún cuesta poner números. Entre 200 000 y 250 000 desplazados –aunque hay quien eleva la cifra hasta los 300 000– y entre cuatro mil y seis mil muertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario