Tal día como hoy 17 de febrero de 1816 se diseñó en Francia el estetoscopio por el médico René Laënnec, uno de los grandes clínicos de la época, un aparato acústico usado en medicina y veterinaria para la auscultación del cuerpo humano o animal.
Se dice que Laënnec sentía pudor al acercar su oído al pecho de las pacientes; además, también presentaba dificultad para percibir los ruidos en el pecho de pacientes con sobrepeso. Sin saberlo, Laënnec revolucionó el diagnóstico de la época, y el uso del estetoscopio se popularizó hasta que convertirse en una de las herramientas médicas más usadas, hasta nuestros días.
Si preguntáramos cual es el símbolo que mejor representa a los médicos y a la medicina, la inmensa mayoría de la gente nos diría sin dudarlo que el estetoscopio. No deja de ser curioso que un instrumento que tiene mas de dos siglos de vida, haya pasado a estar tan vinculado a una profesión que tiene milenios.
Pocas veces puede decirse que un hombre haya conseguido cambiar la medicina de forma radical y revolucionaria, Es un hecho poco conocido que el reconocimiento médico es una práctica muy reciente. Resulta divertido descubrir que la insistencia en el reconocimiento físico comienza a aparecer en los manuales de medicina a mediados del siglo XIX.
Hipócrates, ya recomendaba aplicar la oreja al tórax del paciente e incluso fue capaz de identificar dolencias gracias a ello, pero su utilidad era muy limitada. La 'auscultación directa' solo servía para cosas muy concretas.
Tendrían que pasar muchos años, hasta que un joven y virtuoso médico francés tuviera la idea de crear un instrumento que le permitiera escuchar mejor todo lo que ocurría bajo la piel. Y lo mejor es que, según cuenta la leyenda y el propio Laënnec, la idea que redimensionó la medicina le vino casi por casualidad.
René Laënnec nació en Quimper, en la Bretaña francesa hacia 1781. E influido por su tío, comenzó a estudiar medicina en la Universidad de París a los 19 años. Debió de ser un estudiante brillante porque en seguida pasó a estar bajo la tutela de Jean Nicolas Corvisart, el médico personal de Napoleón. De Corvisart, precisamente, aprendió los rudimentos de la percusión y la auscultación médica. Para 1816, Laënnec ya había sido nombrado jefe en el Hospital Necker de París.
Ese mismo otoño, mientras se dirigía al trabajo, vio a unos niños jugando con el tronco de un árbol. Mientras uno golpeaba un extremo del tronco, el otro pegaba el oído a la madera y trataba de adivinar cuantos golpes había dado su compañero. Al llegar al Hospital, Laënnec se encontró con una mujer joven que parecía tener algún problema cardiaco. La cantidad de grasa hacía que la percusión no sirviera y la juventud y el sexo de la paciente desaconsejaban, por puro decoro, acercar la oreja a su pecho.
De repente, se le ocurrió una idea y, recordando a los niños, hizo un tubo de papel y trató de escuchar con él. No solo se escuchaba el corazón, sino que se oía mucho mejor que mediante auscultación directa. Sorprendido y animado por el éxito, ese mismo día mandó a hacer el primer estetoscopio del mundo: un tubo de madera de unos 30 cm de largo por 4 de diámetro, con un canal central de 5 mm y los extremos en forma de cono.
Lo más probable es que la historia no sea cierta y que Laënnec, especializado en enfermedades pulmonares, simplemente desarrollara el dispositivo para conseguir mejor calidad de sonido. Hay historiadores que dicen que se inventó, en realidad, en el Antiguo Egipto. Pero más importante que la invención del estetoscopio, fue la publicación de su Tratado sobre la auscultación mediata.
En él, no solo hacía una descripción detallada de los sonidos que se podían escuchar en el tórax, sino que defendía la importancia central de la observación en la práctica médica. Esa, seguramente sea la mayor aportación de una de las mentes más dotadas de la historia de la medicina: haber enseñado a los médicos a escuchar nuestro mundo interior
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