Tal día como hoy 22 de junio de 1372, tiene lugar el combate naval frente a las costas de La Rochelle (Francia) entre la escuadra inglesa del conde de Pembroke y la castellana del almirante Ambrosio Bocanegra.
Cuando Carlos V de Francia , rompió las hostilidades contra Inglaterra, en 1369, otro episodio más de la llamada Guerra de los Cien Años, se dispuso a asediar la ciudad francesa de La Rochelle, un enclave muy importante de los ingleses en la costa atlántica de Francia, y lugar, por tanto, idóneo para pertrechar a sus tropas de aquella zona, además de controlar el paso marítimo proveniente del Golfo de Vizcaya.
Era, por tanto, un lugar primordial que tomar para Carlos V de Francia. Así, nombró Condestable de Francia, algo así como el jefe militar del país, al caballero Bertrand du Guesclin, apodado «El águila de Bretaña». Y este puso asedio a La Rochelle el 22 de junio de 1372 tras derrotar a los ingleses en la Batalla de Pontvallain.
Los buques ingleses llegaron a La Rochelle el 21 de junio. Al intentar entrar en el puerto, Hastings se encontró con la flota castellana de Ambrosio Bocanegra.Aquello no pareció disgustarle. Un contemporáneo dijo que el conde y su ejército:”estaban maravillosamente complacidos … porque no pensaban mucho en los españoles y pensaban vencerlos fácilmente”.
El almirante castellano, Ambrosio Bocanegra, era un excelente marino, de origen genovés. Su padre, había sido de gran ayuda al rey Alfonso XI de Castilla en su lucha contra los moros años antes. Ambrosio había participado en varias guerras, entre ellas la Guerra Civil Castellana, donde en un principio luchó bajo el mando de Pedro I de Castilla apodado "el Cruel". Pero este ejecutó a su padre, por ser del bando contrario, y Ambrosio huyó a Francia, para luego pasar a servir al rival de Pedro, Enrique II de Trastámara. "el de las mercedes".
El 1370 Bocanegra fue nombrado Almirante de Castilla. Luchó contra los portugueses, aliados de los ingleses, del Amirante Pessanha que había penetrado en el río Guadalquivir con intención de atacar Sevilla, pero los castellanos los interceptaron y los derrotaron, apresando tres galeras y dos naos a los portugueses. Era pues, un hombre aguerrido y valiente.
El rey de Castilla Enrique II había recibido apoyo de Francia en su pugna por el trono de Castilla, frente a Pedro I el Cruel -apoyado por Inglaterra- y en consecuencia, ahora le tocaba a Castilla devolver el favor a los franceses del rey Carlos V, con el envío pactado de una flota castellana.
El 21 de junio de 1372 llegaba la flota inglesa. Fernández Duro comenta que hay muy pocas certezas en este combate. El cronista contemporáneo Jean Froissart da superioridad en naves y hombres a los castellanos, pero hay que tener cuidado con estos escritores de la época. Dicho autor dijo que la flota castellana estaba al ancla en la rada de La Rochelle y que, vista la actitud ofensiva del conde de Pembroke, dió la vela maniobrando hábilmente para ganar el barlovento.
Tras conseguir esto, arribó sobre el enemigo con gritería y toque de trompetas. Al anochecer los ingleses habían perdido dos barcas, cuya tripulación fue degollada por los castellanos. Ambas escuadras fondearon. Lo que el conde de Pembroke aprovechó para pedir ayuda a la ciudad, de la que apenas salió gente a unirse a ellos. Al día siguiente los castellanos se pusieron en orden de combate, cargando sobre la escuadra inglesa:
Al ser la zona de La Rochelle muy proclive a gran intensidad de las mareas vivas, los buques ingleses quedaron varados en la baja mar. Ese fue el momento que aprovechó el almirante castellano, que atacó al día siguiente, sirviéndose de la ligereza y poco calado de sus galeras. Antes de ello habían aprovechado para lanzarles a los ingleses artificios de fuego que estos no pudieron evitar al estar inmovilizados.
La escuadra castellana derrotó a la inglesa de tal manera que de ésta no se salvó ningún barco y se hace prisioneros a todos los que no se fueron a pique: 8.400 hombres, el conde y el tesoro de la armada son capturados.
Por el lado castellano son escasas las bajas. Esta victoria es decisiva para el Reino de Castilla, pues le dará el control absoluto del Canal de la Mancha y con ello el dominio de las rutas comerciales, sobre todo con Flandes.
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