Tal día como hoy 23 de junio y desde tiempo inmemorial, tiene lugar el ritual de la fiesta de las hogueras de San Juan.
El verano, la playa y el fuego son las señas de identidad de la Noche de San Juan, la fiesta que une el 23 de junio con el 24 de junio, y que se celebra en las costas y las plazas de gran parte de España.
Lo que se hace en San Juan es de sobra conocido, especialmente para los ciudadanos que residen en los territorios que sí lo reconocen como festivo; como los rituales de la quema en las hogueras o degustar la tradicional coca esponjosa.
Se trata de una tradición milenaria que ha evolucionado con los años pero que, pese a ello, conserva una esencia que ha resistido al paso del tiempo. Ahora bien, la historia sobre su origen sigue siendo incierta.
Las teorías apuntan a que el fuego siempre ha sido el protagonista de esta festividad. De hecho, algunos expertos aseguran que 5.000 años antes de Cristo, coincidiendo con el solsticio de verano que tiene lugar el día 21 de junio, ya se celebraba en el hemisferio norte una fiesta muy parecida a la de la actual Noche de San Juan en la que las hogueras eran las protagonistas.
Pese a que se sabe que el origen de la festividad fue pagano y que coincidía con el solsticio de verano, las explicaciones de por qué nuestros antepasados encendían hogueras son muy diversas:
Una de las teorías apoya que los habitantes del hemisferio norte encendían cada 21 de junio hogueras para purificarse y alimentar al sol con el objetivo de animarle y darle fuerza para que no dejase de salir; pues a partir de esa fecha, cada día esta estrella iluminaría al hemisferio norte durante menos horas hasta la llegada del solsticio de invierno, momento en el que se produciría la noche más larga del año.
Otra teoría apunta a razones mucho más románticas. De hecho, defiende que nuestros antepasados creían que el sol estaba enamorado de la Tierra, y que cada año, justo el 21 de junio, se negaba a abandonarla. Para homenajear la relación se festejaba y se encendían hogueras.
También hay quien apunta a los celtas como a los creadores de esta tradición. Se dice que durante el solsticio de verano, este pueblo encendía grandes hogueras para buscar la bendición de sus tierras y asegurarse de que estas daban fruto suficiente para alimentarse. Además, a través del fuego pedían a la divinidad un futuro próspero para las parejas de enamorados y fertilidad para las mujeres.
En lo que todas las teorías coinciden es en que todo cambió con la llegada del cristianismo. La sociedad cristiana absorbió esta tradición de origen pagano y la convirtió en la conmemoración del nacimiento de San Juan Bautista, que según lo establecido en la Biblia, nació el 24 de junio, fecha en la que pasaron a tener lugar las celebraciones que hasta ahora habían honrado al sol.
Pero además de la fecha, existe otro nexo de unión entre la simbología de ambas tradiciones, pues según la cultura cristiana, con el nacimiento de Juan Bautista, su padre, Zacarías ordenó encender una gran hoguera que serviría para dar a conocer a sus conocidos y parientes que su hijo ya había nacido.
Así, cada año desde el medievo, para celebrar el nacimiento del hijo de Zacarías, los cristianos encienden grandes hogueras para homenajear a San Juan Bautista y a su religión.
En la Noche de San Juan no solo se encienden hogueras. La larga tradición que arrastra la festividad ha hecho que venga acompañada de una alta carga de espiritualidad y sobre todo, de rituales que buscan afrontar la nueva etapa del año contando con el favor de la suerte. Algunos de los más famosos son estos:
Saltar la hoguera: este es uno de los rituales de buena suerte más extendidos en España aunque tiene matices según la zona en la que se lleve a cabo. En Galicia consideran necesario para tener suerte saltar la hoguera nueve veces por encima de las llamas, mientras que en la zona de Alicante y en Valencia solo hay que saltar las llamas siete veces.
Saltar las olas: otro tradición es la de saltar siete olas justo cuando se cumple la media noche, aunque el número puede variar según la región. Se dice que este es el momento perfecto para pedir un deseo y que se cumpla.
Darse un baño entrando de espaldas: otra de las creencias es que todo aquel que se bañe en el mar habiendo entrado de espaldas, estará protegido durante todo el año.
Lavarse la cara: un ritual muy común en las zonas en las que no hay playa es el de lavarse la cara después de la media noche. Se dice que da suerte si se hace sin mirarse al espejo después.
Acabar la verbena durmiendo en la playa y desayunar churros con chocolate. Deliciosos recuerdos de una juventud loca y maravillosa.
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