Tal día como hoy 27 de julio de 1996 se produce un ataque terrorista en plena celebración de los Juegos Olímpicos en Atlanta, Estados Unidos. El hecho hizo recordar los atentados de Munich en 1972.
Era el primer atentado en contra de los Juegos Olímpicos en un cuarto de siglo, mientras miles de personas asistían a un concierto en el Parque del Centenario Olímpico de Atlanta, una bomba estalló a la 1.25 de la madrugada, dejando como resultado dos personas muertas y más de cien heridos.
Las autoridades olímpicas y de Estados Unidos de inmediato decidieron que el terrorismo no detendría los juegos, que se reanudarían en medio de reforzadas medidas de seguridad. La víctima fatal fue una mujer no identificada. Una segunda persona, el camarógrafo turco de televisión Melih Uzunyol, murió de un ataque al corazón cuando corría al lugar de la explosión. Un centenar de personas fueron atendidas en diferentes hospitales con heridas de diversa consideración.
No se informó de deportistas heridos a pesar de que varios atletas argentinos y cubanos se encontraban a pocos metros del lugar donde se produjo la explosión, resultaron ilesos. La policía dijo que la bomba consistía de tres tubos llenos de clavos y tornillos, la cual había sido colocada en un tarro de basura junto a la torre de iluminación del Parque.
Una llamada anónima a la policía alertó tardíamente sobre la bomba, dijeron las autoridades. Inicialmente no se tenía ningún indicio del responsable del ataque por lo que la Oficina Federal de Investigaciones realizó una exhaustiva investigación para dar con el responsable la cual duró varios años.
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, condenó el terror utilizado contra el espíritu olímpico, y aseguró con firmeza que los Juegos deben continuar pese al atentado. Clinton mostró también su convicción de que un acto de este tipo merece la pena de muerte para los responsables.
En Washington, Clinton intervino desde la Casa Blanca para lanzar el mensaje de que los Juegos van a seguir y que nadie puede dejarse intimidar por actos de terrorismo como estos. Además de ofrecer sus condolencias a las famlias de las víctimas, el presidente anunció que se reforzarían las medidas de seguridad para garantizar la tranquilidad de los atletas y de quienes asisten a los Juegos.
Jacques Chirac, presidente de Francia envió un mensaje al gobierno norteamericano y al presidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch, condenando este cobarde acto de agresión. La iglesia católica por medio del Papa Juan Pablo II se refirió a un acto de violencia sin sentido y expresó profunda simpatía y condolencias a las familias de las víctimas. Otros países como España, Rusia, Gran Bretaña, la Autoridad Nacional Palestina e Italia también expresaron su solidaridad.
Días después de los atentados, el FBI encontró a un sospechoso de haber sido el autor del atentado en el Parque Olímpico de Atlanta, fue identificado como Richard Jewell, quien encajaba con los perfiles de casos similares anteriores, ya que podía ser catalogado como un sociópata que busca ser alguien respetado y admirado por la sociedad, señalaron los expertos.
El perfil de un sociópata muestra a un hombre blanco frustrado, quien fue policía o deseó serlo, y quien busca la oportunidad de ser un héroe en una sociedad que lo mantiene relegado. Jewell fue policía pero renunció al verse involucrado en un accidente vial con su patrulla. Desde el estallido de la bomba, fue el héroe que siempre soñó ser. Apareció en varios programas de televisión, concediendo entrevistas relatando la hazaña de haber descubierto un paquete sospechoso junto a la torre de iluminación, informando del hallazgo a un agente de la Oficina de Investigaciones de Georgia y que juntos fueron sacando a la gente del lugar, salvado decenas de vidas.
Jewell fue catalogado no como sospechoso, sino como persona de interés para el FBI, en un momento la Prensa local obtuvo información errónea que hizo pensar que él mismo colocó la bomba. Sin embargo no se pudo comprobar la teoría, quedando libre de sospechas. Meses después se producen otros atentados cercanos a Atlanta, uno en contra de un bar gay y otro en contra de una clínica de abortos, los cuales tenían mucha similitud con la bomba del atentado en los Juegos, hizo sonar la alarma nuevamente en búsqueda del sospechoso.
Tras años de persecución e investigación, el 30 de mayo de 2003 fue capturado Eric Robert Rudolph como autor del atentado de los Juegos Olímpicos de Atlanta, Georgia. Rudolph un hombre blanco de 36 años fue identificado como un integrante de una secta de ultraderecha, creyente de la supremacía blanca, haciendo apología del antisemitismo, la homofobia y el odio a los inmigrantes.
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