lunes, 5 de septiembre de 2022

El fin del Imperio Romano de Occidente

 

Tal día como hoy 5 de septiembre del año 476, resulta depuesto el último emperador del Imperio Romano Occidental, Romulus Augusto, por el bárbaro germano Odoacro, cuando se hace con el control de Ravenna, capital del Imperio Occidental desde el 402.

Odoacro se proclama a sí mismo rey de Italia. Aunque el gobierno romano continuará en Oriente, la coronación de Odoacro es tomada en la historia como fin del Imperio romano con su centro de poder ubicado en Italia.

Odoacro, rey de los hérulos, derrocó al último emperador de Roma, Rómulo Augústulo, el 5 de septiembre de 476. Este hecho marca el fin del Imperio Romano: desaparece el imperio occidental mientras que el imperio oriental bizantino, sobrevive hasta la caída de Constantinopla, en 1453.

El Imperio Romano de Occidente, estaba sumido en graves conflictos políticos, económicos y sociales desde hacía mucho tiempo, mientras diferentes pueblos germánicos, construían reinos en los territorios europeos, que habían formado parte del todopoderoso imperio de Roma.

Tres fechas son decisivas en la caída del Imperio Romano: la batalla de Adrinapolis, el 9 de agosto de 378., la invasión y saqueo de Roma por los galos, el año 390 que nunca había sido invadida durante ocho siglos, y el derrocamiento del último emperador de Roma el 5 de septiembre de 476.

Una coalición de tribus germánicas derrotó el 9 de agosto de 378 al ejército romano durante la batalla de Andrinopla, en las llanuras al noroeste de la ciudad romana de Adrianópolis, actualmente Edirne, en la Turquía europea.

Esta derrota, marca el inicio del declive real irreversible del poder de Roma, con la progresiva pérdida de autoridad, sobre su vasto dominio territorial. Unos años más tarde, en el 386, una gran invasión de pueblos godos, impone a Roma importantes pérdidas territoriales.

El Imperio romano, no era solo una unidad política forzada por la violencia. También ocasionó el progreso de la civilización en la cuenca del Mediterráneo y más allá. Impulsaba la producción, el comercio, y la arquitectura, la alfabetización secular generalizada, la ley escrita, y una lengua internacional de la ciencia y la literatura.

Los bárbaros occidentales, romanos por el ius soli, continuaron el legado romano bajo nuevas formas, influenciados desde Constantinopla.

Al observar las continuidades culturales y arqueológicas, a través del período, más allá del control político-militar perdido, el proceso ha sido revaluado como una transformación cultural compleja, más que una caída meramente política

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