Tal día como hoy 30 de septiembre de 1938, el primer ministro británico Neville Chamberlain y el líder francés Edouard Daladier, firman el Pacto de Munich con el canciller alemán y líder nazi Adolf Hitler, por el que ceden los Sudetes a los alemanes, pensando que este pacto traerá la "paz a nuestro tiempo".
Al día siguiente Alemania, en un gesto arrogante, se anexionará los Sudetes y seis meses más tarde casi toda Checoslovaquia, se encontrará bajo el dominio alemán. En septiembre de 1939, Hitler invadirá Polonia, lo que hará que Gran Bretaña y Francia le declaren la guerra, iniciándose así la Segunda Guerra Mundial
Las insistentes reclamaciones de Hitler sobre el territorio de los Sudetes en Checoslovaquia precipitaron una grave crisis en el verano de 1938. Chamberlain no dudó en entrevistarse dos veces con el Führer en septiembre, tratando de garantizar una salida pacífica a la situación.
Finalmente, el 29 de septiembre se reunión en Munich una conferencia a la que asistieron Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier. Ni el gobierno de Praga, ni la URSS, que se había ofrecido a cumplir su acuerdo de asistencia mutua con Checoslovaquia en caso de un ataque alemán, fueron invitadas a la reunión.
Finalmente, endureciendo aún más sus posiciones, Hitler consiguió prácticamente todo lo que reclamaba: el gobierno checoslovaco debía evacuar las regiones con predominio de población germana según el censo austriaco de 1910 inmediatamente - del 1 a 10 de octubre era el plazo-. Alemania se anexionaba así más de 16.000 kilómetros cuadrados, donde vivían 3.500.000 de personas, entre los que había más de 700.000 checos.
Aprovechando la indefensión checoslovaca, Polonia se anexionó el 2 de octubre el territorio de Teschen -240.000 habitantes de los que menos de 100.000 eran polacos- y Hungría se anexionó una importante franja de Eslovaquia y Rutenia - más de 1.000.000 de habitantes-.
Francia y Gran Bretaña, tras permitir la desmembración del estado checoslovaco, se comprometían a defender las fronteras de lo que quedaba de ese estado.
Antes de abandonar Munich, Hitler y Chamberlain firmaron un documento en el que declaraban su deseo de garantizar la paz mediante la consulta y el diálogo. Daladier y Chamberlain fueron bienvenidos en París y Londres por multitudes eufóricas que les saludaban como salvadores de la paz. Chamberlain proclamó que traía "la paz con honor, la paz de nuestro tiempo".
La realidad pronto mostró a lo que había llevado la política de apaciguamiento de Chamberlain, en marzo de 1939, Hitler invadió lo que quedaba del inerme estado checoslovaco. Los acuerdos de Munich se convirtieron en el símbolo de la inutilidad de los esfuerzos por apaciguar a estados totalitarios expansionistas.
El párrafo sexto recuerda aquella condena en no sé dónde que consistía en amarrar los cuatro miembros del reo cada uno a un caballo. A estos se les arreaba para que tiraran en cuatro direcciones distintas. Así el condenado era despojado de piernas y brazos y tardaba un buen rato en morir.
ResponderEliminarBueno, el tiempo de desangrarse. Una broma.
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