Tal día como hoy 19 de abril del año 1013, en España, tras larga resistencia, tropas beréberes al mando de Sulayman al-Mustain entran en la hermosa ciudad de Córdoba y la saquean durante varios días.
Los efectos del terrible pillaje al que Córdoba será sometida por los beréberes serán descritos por ibn Hazm, acérrimo defensor de la causa legitimista omeya.
Cuando en la primavera de 1013 los bereberes lograron entrar en Córdoba, con su califa Sulaiman al-Mustain encabezándolos, la ciudad fue objeto del pillaje y el saqueo, y muchos de sus habitantes fueron asesinados, incluido el propio califa Hisham II.
Los jefes militares bereberes fueron recompensados con grandes territorios con las rentas correspondientes en diversos lugares de la actual Andalucía, entre los que destacó Elvira (la actual Granada)
La desintegración del califato de Córdoba provocó el surgimiento de poderes locales independientes por todo Al-Ándalus, que serán conocidos como taifas. Algunos de estos gobernantes comenzaron a acuñar moneda y en ciertos casos llegaron a proclamar a sus propios califas para legitimar su autoridad — así lo hizo Muyahid en Denia con un miembro de la familia omeya.
En este contexto, Alí ben Hamud al-Nasir, de la dinastía norteafricana de los Hammudíes, se hizo con el poder en Córdoba en 1016 y se autoproclamó califa, después de asesinar al anterior califa Sulayman al-Mustain.
Sin embargo, su califato duró poco tiempo y durante los trece años siguientes se sucedieron las proclamaciones y las deposiciones de califas, la mayoría de ellos miembros de la familia omeya, hasta que a finales de 1031 se produjo el levantamiento de población de Córdoba que depuso al último califa y expulsó de la ciudad a todos los omeyas.
En 1031 Córdoba dejo de ser la metrópoli que deslumbró al mundo por su prosperidad y riqueza cultural. Fue el final del Califato de Córdoba.
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