Tal día como hoy 22 de abril de 1983, la revista de noticias de Alemania Occidental Stern publica el primero de los diarios de Hitler que habían descubierto, que incluía 60 volúmenes de diarios personales supuestamente escritos por Adolf Hitler. Sin embargo, poco después de la publicación, fueron revelados por pruebas científicas que eran falsos.
La publicación de Los Diarios de Hitler fue el mayor escándalo del periodismo y la historiografía modernas. Eran falsos. Fue en 1983. La revista alemana Stern, en ese momento de la Alemania Occidental, presumió de haber obtenido 63 volúmenes de los diarios privados de Adolf Hitler.
Iba a ser un negocio millonario, pero también un intento de absolver al dictador de la planificación del Holocausto. Y es que, por ejemplo, en todas esa páginas no aparecía escritas las palabras Auschwitz o Judenvernichtung (exterminio de los judíos).
En Reino Unido, la autenticidad de aquel manuscrito fue avalada por Hugh Trevor-Roper historiador británico y antiguo espía. La historia se publicó parcialmente en The Sunday Times. Pero justo al día siguiente, el historiador se desdijo.En realidad, todo había sido obra de Konrad Kujau, un falsificador alemán cercano a círculos neonazis.
Avergonzados muchos, de los autores a los cómplices pasando por los ingenuos que creyeron en su autenticidad, aquel ingente trabajo de suplantación pasó a mejor vida. Los 63 volúmenes se guardaron durante años en lo mas profundo de los archivos de la sede de G+J en Hamburgo.
"En el proyecto secreto de los diarios de Hitler, el mundo se puso patas arriba desde el principio en la editorial Gruner Y para los implicados, se trata de carreras, poder y, sobre todo, mucho dinero", escribió Michael Seufert en su libro El escándalo de los diarios de Hitler, publicado en 2008. El fundador de Stern, Henri Nannen, había encargado a Seufert la investigación del escándalo y en el libro reconstruyó la historia del engaño que fue descubierto a tiempo.
Ahora la noticia es que los diarios vuelven a la superficie, con la diferencia de que ahora sabemos eso, que son falsos. Los diarios falsificados de Hitler son ya accesibles y en su integridad.
De ello se ha encargado la televisión pública alemana NDR , que los ha digitalizado y publicado. El contenido de los cuadernos que nunca escribió el dictador germano se han contextualizado con la ayuda de politólogos e historiadores. Los responsables de NDR no sólo se han encargado de recuperar los textos y darles contexto, sino también de explicar cómo y por qué fue posible el fraude. Es decir, han intentado mostrar los intereses políticos y revisionistas de las personas que intentaron blanquear a Hitler.
Como director del proyecto, John Goetz, periodista de investigación de NDR, ha recuperado los falsos diarios gracias a las copias que se conservan en el sumario judicial del caso. De ese trabajo ha nacido Los verdaderos falsos diarios de Hitler.
Sus 672 páginas son un ejercicio didáctico que al tiempo que describen el fraude detallan los motivos de sus autores, su intento de absolver a Hitler del Holocausto. "Los diarios son lo más cerca que se ha estado de rehabilitar la figura de Adolf Hitler", ha dicho Goetz en declaraciones a
Como resume la propia NDR al hablar de su investigación, "los escritos (los falsos diarios) niegan el Holocausto en varios lugares. Además, el falsificador Konrad Kujau mantenía estrechos contactos con la escena neonazi de la época y mostraba un pensamiento ideológico apenas conocido hasta ahora".
La NDR y el libro de Goetz cuentan detalladamente el largo proceso que fue tejiendo el engaño. De cómo el reportero de Stern Gerd Heidemann -ocupado durante años en la época nazi- entró en contacto con el falsificador Konrad Kujau y de cómo éste le habló de los diarios de Hitler. Le contó que se habían perdido en un accidente aéreo, pero que el cargamento había aparecido en el lugar del accidente, en territorio de la RDA y que él podía recuperarlos.
Heidemann le fue con la exclusiva al entonces director del departamento de historia contemporánea de Stern, Thomas Walde. Eludieron al redactor jefe de la revista y hablaron directamente con la dirección de la editorial, a la que convencen de pagar cuanto haga falta. Así, durante casi tres años, se hicieron con más de 9 millones de marcos. De ese modo lograron que la única prioridad pasara a ser el beneficio económico y para ello se ignoraron los indicios de falsificación.
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