domingo, 16 de junio de 2024

Eugène Weidmann, la última persona ejecutada por guillotina públicamente en Francia

Tal día como hoy, 17 de junio de 1939 ,tuvo lugar la última ejecución pública por guillotina en Francima. Debido al escándalo que supuso aquel ajusticiamiento, se prohibió que la pena capital, se cumpliese en público. Sin embargo, el uso de la guillotina por parte de la justicia francesa, se mantuvo hasta 1977.

Fue entonces cuando llegó el final, de un “democrático” artefacto ligado a la historia y simbología de la Revolución francesa, a pesar de que la guillotina no tuvo un origen francés, ni fue de uso exclusivo en el país galo para llevar a cabo las ejecuciones, de reos condenados a muerte.

La primera persona en ser ejecutada por la guillotina, fue Nicolas Jacques Pelletier, un ladrón que cumplió su condena el 25 de abril de 1792. Casi doscientos años después, la guillotina había hecho rodar decenas de miles de cabezas. Solo en el periodo de la Revolución frances,a conocido como “El Terror”, entre 1793 y 1794, más de 16 500 personas fueron ejecutadas en las calles de Francia. 

Un instrumento de justicia que nació para garantizar, uno de los conceptos de la Revolución: "la égalité". Efectivamente, el uso de la guillotina en Francia, nació de su propia Asamblea Nacional, con el objetivo de conseguir la igualdad, incluso entre los condenados a muerte.

Hasta entonces, solo los nobles podían ser decapitados por espadas o hachas que, bien afiladas y en manos de un verdugo experimentado, acababan con el asunto de manera rápida y tajante. Para los plebeyos y ladronzuelos, se reservaban castigos más severos y agonizantes como la horca, la hoguera o, en los casos de delitos más graves, eran amarrados en la rueda y apaleados, hasta romperles todas las articulaciones.

Fue Joseph-Ignace Guillotin quien propuso en la Asamblea, que los condenados a muerte debían tener un final un poco más digno y, desde luego, igual para todos, sin distinción de clases.

A principios de junio de 1791 se aprobó que, “a todos los condenados a muerte se les cortará la cabeza”. Para hacerlo de manera más certera, se le pidió al cirujano Antoine Louis que diseñara un artefacto para tal fin. La decapitadora no tardó en ver la luz. La construyó un carpintero alemánt, siguiendo las instrucciones de Antoine Louis, quien se inspiró en modelos precedentes, como los utilizados en escocia.

Poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar un esperpéntico espectáculo. Eugène Weidmann un alemán de 31 años, que fue condenado a muerte por robar y asesinar a seis personas, durante la Exposición Internacional de París en 1937. 

Sus acciones, perpetradas junto a dos secuaces, tuvieron en vilo a la población parisina durante unos meses. Tiros en la nuca, leche envenenada y los asesinatos de una bailarina estadounidense, una enfermera, un chofer y un agente inmobiliario, entre otros, llenaban las columnas de sucesos, de unos periódicos franceses que el público, leía con expectación.

Weidmann fue arrestado en diciembre de 1937 y, tras más de un año de juicios mediatizados en tono sensacionalista por la prensa, se dictó sentencia el 31 de marzo de 1939. Los compinches del famoso criminal, recibieron penas menores e incluso el indulto, pero Eugéne Weidmann pasaría a la historia, como el último hombre ejecutado con la guillotina, de manera pública en Francia.

La ejecución tuvo lugar, el 17 de junio de 1939 en la prisión Saint-Pierre de Versalles. Allí se generó un revuelo de asistentes que gritaban e insultaban al reo. El asunto empezó a desbordar a los agentes y, para colmo, el verdugo llegó tarde. Jules-Henri Desforneaux fue el encargado de sustituir al veterano e impecable verdugo, Anatole Deibler, que había fallecido unos días antes.

El retraso permitió que la ejecución fuera fotografiada y grabada por varios curiosos y periodistas, para continuar vendiendo diarios a los entusiastas del morbo. Una vez que el cuerpo de Wiedmann dio su último espasmo, se sucedieron vítores y se abrieron botellas de champán entre el público asistente.

El comportamiento histérico y el escándalo generado por las fotos, en un contexto en el que se luchaba por abolir la pena de muerte en Europa, fueron suficientes para que el presidente de Francia, Albert Lebrun, prohibiera las ejecuciones públicas.

No obstante se siguió utilizando la guillotina casi cuarenta años más. El tunecino de 27 años Hamida Djandoubi, fue la última persona ejecutada por medio de la guillotina, el 10 de septiembre de 1977, condenado a muerte por torturar y asesinar a su exnovia, Élisabeth Bousquet.

Fue la última cabeza, sobre la que cayó la “navaja nacional”, antes de que Francia aboliera la pena capital, el 9 de octubre de 1981.

 

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