Tal día como hoy, 1 de septiembre de 1520: En la localidad castellana de Dueñas, (Palencia) una multitud de vecinos, encabeza una revuelta callejera, de carácter antifiscal y antiseñorial, que consigue apresar a los condes de Buendía y rendir, a las autoridades locales.
Estos hechos, tuvieron una repercusión variada en el Reino de Castilla, que se hallaba envuelto en la Rebelión de las Comunidades, contra el Gobierno de Carlos I de España.
En efecto, en 1520, durante la Guerra de las Comunidades de Castilla, la localidad de Dueñas fue escenario de una revuelta popular, contra el poder señorial y los impuestos. Los vecinos de Dueñas, aprovechando el contexto de la revuelta comunera, se alzaron en armas, apresaron a los condes de Buendía y sometieron a las autoridades locales.
Este levantamiento, aunque enmarcado en el movimiento comunero, también tuvo sus propias motivaciones antiseñoriales y antifiscales, evidenciando el descontento popular, con el poder de la nobleza, y los abusos fiscales.
La revuelta de Dueñas no fue un hecho aislado, sino que se produjo en un contexto de creciente tensión social y política en Castilla. La villa de Dueñas, que había sido vendida por la Corona a los condes de Buendía, veía amenazada su condición de realengo y se resistía a la señorialización, impuesta por los nuevos señores.
Los vecinos de Dueñas, aprovechando la debilidad de la Corona y el apoyo de la revuelta comunera, decidieron tomar cartas en el asunto y alzarse en armas, contra sus señores.
El apresamiento de los condes de Buendía y la toma de la villa, por parte de los vecinos supuso un duro golpe para la nobleza castellana y generó, una gran preocupación en el resto del reino. Los señores temían que la revuelta de Dueñas, se extendiera a otras localidades y pusiera en peligro, su poder y privilegios.
El conde de Buendía acusó a los comuneros de instigar la revuelta y exigió responsabilidades, a la Santa Junta. La Junta de Comunidades, por su parte, se vio en una situación comprometida, ya que debía decidir entre apoyar, a los vecinos sublevados o defender el orden establecido, y los intereses de la nobleza.
La revuelta de Dueñas y otras similares, contribuyeron a la división entre las ciudades y la nobleza, debilitando la causa comunera.
Finalmente, la revuelta de Dueñas fue sofocada y sus líderes fueron procesados. Sin embargo, la revuelta dejó una profunda huella, en la historia de la villa y en la memoria de sus habitantes, que siguieron luchando por sus derechos y libertades, durante décadas.
La batalla de Villalar, en 1521, que marcó la derrota de los comuneros, con la decapitación de sus líderes, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, se produjo el fin de la revuelta, aunque las tensiones sociales persistieron.
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